Empezó por la banca y terminará en ella
Llevamos años y medio intentando salir de una crisis que se ha convertido en una pesadilla. Lo peor es una 'crisis bancaria sistémica', es decir, el contagio de un banco a otro; del país donde se originó, Estados Unidos, al resto del mundo. Los grandes bancos centrales dieron toda la liquidez que los bancos comerciales y de inversión habían perdido. Los últimos quebraron y los otros intentan evolucionar hacia el modelo que más éxito ha tenido: captar ahorro y colocarlo donde pueda rendir más y generar ganancias para que el banco recupere los fondos que prestó y los intereses prometidos. Prestar y tener recursos para devolver los depósitos, sin tener que depender de los fondos de los contribuyentes, cuando se produce el rescate de un banco quebrado, y tampoco arruinar a los accionistas que confiaron en un proyecto de negocio.
Se concedieron préstamos que no serían recuperables. Los difundieron de un país a otro y provocaron tales pérdidas que no fueron suficientes las ayudas del Tesoro de Estados Unidos para sustituir el capital que han venido perdiendo los bancos que no han quebrado por el camino. Y las quiebras se han producido desde los países escandinavos hasta Centroeuropa y el Reino Unido.
Mientras tanto, la crisis financiera internacional dio paso y reforzó la de la economía real, la productiva. Ningún país ha escapado a la recesión y al aumento del paro y China, acostumbrada a crecer por encima del doce por ciento anual, considera que hacerlo al ocho por ciento es entrar en un mal camino, y por eso invertirá hasta el dieciséis por ciento de su PIB para remontar lo perdido. Y la esperanza de que lo haga fue el pasado día 4 la alegría de todas las Bolsas mundiales, aunque poco duró.
Todo empezó en la banca y sólo en ella está la solución de las crisis que se han acumulado como una espiral maligna. A la crisis bancaria y la productiva se han sumado la de la Bolsa y los mercados de crédito y de seguros. El debate es ahora aparentemente simple: nacionalizar o no. Podría también plantearse de otra forma, intervenir los bancos y los gobiernos tener el control hasta que se saneen las pérdidas y se les dote de capital suficiente, y luego revender los activos tóxicos en el mercado y recuperar todo o una parte de lo que se gastó. Cuanto antes se corte de raíz el mal antes saldremos de este mal sueño.
Robert Tornabell. Profesor de finanzas y ex decano de ESADE