Corbacho se asusta
Sube el paro y baja la Bolsa. Se rompen las estadísticas. El aumento de los desempleados registrados en febrero en 154.048 y la cifra total de 3.481.859 parados son un récord al alza. Los 7.199,0 puntos a los que llegó a bajar ayer el Ibex son otro récord en los últimos cuatro años, pero al revés. Hasta el sereno Corbacho se ha asustado.
El cáncer de la economía española es la falta de competitividad; su fiebre, el paro, y los escalofríos los da la Bolsa. Estamos en metástasis. El mal empezó en el sector inmobiliario, contaminó la construcción (24.600 parados más el mes pasado), pasó al financiero-bancario, se expandió en los servicios (88.654 parados más en febrero), atacó a la industria y se generaliza. Pocos sectores crean trabajo. Ejemplos: la sanidad y la educación, fuertemente relacionados con el sector público, y las energías renovables, un sector regulado. También las Administraciones públicas. Casi todos viven del erario público directa o indirectamente.
Pero a éstos también empieza a faltarles recursos. Bajan las recaudaciones de IRPF, Sociedades, IVA, Seguridad Social (69.132 afiliados menos en febrero) y la aportación al sistema de pensiones; crecen las prestaciones sanitarias, de desempleo y otros subsidios; suben los salarios de empleados públicos (que aumentaron en 49.000 el último trimestre de 2008); se incrementa el coste de la deuda del Reino de España (las agencias bajan su calificación); los ayuntamientos reducen su más importante fuente de ingresos (recalificaciones y licencias urbanísticas) y, aunque reciban ayudas para infraestructuras, ese dinero también sale de las arcas del Estado. ¡Menudo panorama! ¿Qué hacer?
El ministro Corbacho quiere llevar al Consejo de Ministros de este viernes un decreto para reducir los costes salariales para las empresas en los nuevos contratos con desempleados en función de su derecho a las prestaciones por paro. El Estado aportaría una cantidad equivalente a la reducción. Más subvenciones.
Todo ello sin acuerdo de los interlocutores sociales. Corbacho ya les avisó el otro día al decir: 'Estamos en el tiempo de descuento'; se refería a la necesidad de acelerar el pacto social. Es bueno que el Gobierno muestre iniciativa. Pero esta medida es una intromisión en el mercado laboral; puede favorecer a corto plazo a algunos desempleados, pero enrarece la competencia dentro del ese mercado. Al ser aplicable según las circunstancias administrativas del trabajador, no de su competencia profesional, generarán comportamientos perversos; lo comprobaremos.
¿Qué dicen sindicatos y empresarios? De momento nada. Pero su función como interlocutores sociales se devalúa. El Gobierno debería animarles al acuerdo. La apuesta de Corbacho puede ser un aviso para que espabilen. ¿Lo harán? Hay que recordarles que pactar es ceder. Querer imponer todos los criterios una sola parte no es un pacto, es un trágala.
José Ramón Pin. Profesror de IESE, titular de la cátedra de Gobierno y Liderazgo en la Administración Pública