Zapatero espera que el PNV mueva ficha antes de decidir las alianzas en Euskadi
La compleja partida que se juega en el País Vasco tras los comicios del domingo también tiene como protagonista al PNV, el partido más votado. El presidente José Luis Rodríguez Zapatero ha decidido esperar a que los nacionalistas vascos realicen una oferta al PSOE bajo la premisa de que el candidato del PSE, Patxi López, no renunciará a ser el próximo lendakari. Si el acercamiento del PNV a los socialistas no prospera, se abriría paso a un Gobierno del PSE en solitario con el apoyo externo del PP.
Los excelentes resultados cosechados en el País Vasco por Patxi López dejan escaso margen de maniobra a Zapatero para imponer cualquier acuerdo al PSE. No obstante, según informó ayer un miembro de la Ejecutiva, de momento reina la armonía entre ambos, una circunstancia que abona el uso del sentido común. Hay acuerdo en apurar al máximo cualquier posibilidad de acercamiento al PNV, escenario que haría mucho más fácil la vida a Zapatero en Madrid porque consolidaría el apoyo que los siete diputados nacionalistas le brindan al Gobierno en el Congreso. Según las mismas fuentes, el diálogo con el PNV tendría una premisa clara: el acceso de Patxi López a la presidencia del Gobierno vasco. Sería el precio que tendrían que pagar los nacionalistas para no perder todas sus parcelas de poder después de gestionar esta comunidad durante casi treinta años.
Los socialistas están, pues, a la espera de que el PNV mueva ficha, teniendo en cuenta que el sector más moderado del partido está interesado en salvar los muebles y pactar una alianza estable de Gobierno con el PSE. No es nada fácil, porque Juan José Ibarretxe ha ganado las elecciones sin más ayuda que la de su partido logrando 30 escaños y el apoyo del 38% del electorado. Con estos resultados ¿quien puede convencerle de las ventajas de la jubilación?, se preguntaban ayer fuentes del PNV.
Si el acuerdo con este último partido fuera imposible y el diálogo entrara en un proceso de vía muerta, el PSE dirigirá por completo su mirada al Partido Popular. Su candidato, Antonio Basagoiti, ha ofrecido ya su apoyo a Patxi López, pero en el PSOE no se tiene todavía claro qué tipo de contrapartidas exigiría a cambio. La preferencia del PSE pasa por gobernar en solitario con el aval externo de los populares y, tal vez, del partido de Rosa Díez. En todo caso, sería un gobierno bastante inestable que se vería obligado a negociar cada votación.
El hecho de que el País Vasco pueda llegar a tener un lendakari no nacionalista, algo que tiene un precedente en el caso de Ramón Rubial, aconseja mirar el horizonte de medio plazo en todas sus derivadas, también la de la violencia. Así es como se atisba desde el Gobierno y así lo dejó ayer patente Zapatero en la reunión de la Ejecutiva socialista. Aralar, la apuesta independentista no violenta, logró más de 62.000 votos, el 6% del electorado. El voto nulo, patrocinado por ETA, sumó 100.000 papeletas. Algo se mueve en el mundo aberzale, que incita a la esperanza.
El presidente no culpa a la crisis
La crisis económica no ha sido el detonante del fracaso electoral en Galicia. Esta es, al menos, la opinión vertida ayer por José Luis Rodríguez Zapatero en la Ejecutiva socialista, donde evitó leer los resultados en esta comunidad en clave nacional. A juicio del presidente del Gobierno, la culpa de la derrota de Emilio Pérez Touriño hay que buscarla en clave local. Algunos dirigentes que participaron ayer en el debate de la ejecutiva abonaron también esta tesis y criticaron el escaso liderazgo del Ejecutivo gallego, así como las distorsiones provocadas por la alianza con el BNG.Zapatero insistió ayer ante los periodistas en que no hay que leer los resultados del domingo 'en clave nacional' y se mostró tranquilo ante las consecuencias que estos resultados pudieran tener para las alianzas en el Parlamento.