La hora de los políticos eficaces
Los resultados de las elecciones autonómicas en Galicia y en el País Vasco han provocado, a falta de los ajustes definitivos, sendos vuelcos de Gobierno. El PP ha recuperado el poder en Galicia y, tras la victoria del voto no nacionalista, el PSE-PSOE está en disposición de formar gobierno en Euskadi por primera vez y tras casi 30 años del PNV en el poder, para lo que requerirá el apoyo del PP.
Las urnas han dictado su veredicto, el juicio exacto con el que los ciudadanos valoran los cuatro años de la anterior legislatura. La que ahora comienza se presenta, sin embargo, mucho más compleja en términos económicos, ya que empieza con una crisis global sin precedentes que ha llevado a la recesión a las principales economías del mundo, entre ellas, y con especial velocidad y virulencia, a la española. En ese contexto, Alberto Núñez Feijóo, en Galicia, y el nuevo lendakari, en el País Vasco, están obligados a introducir en su gestión un componente extra de eficacia y los elementos necesarios para recuperar el empleo en sus territorios.
En Galicia se da la circunstancia aparentemente paradójica de que la comunidad afronta la recesión con mejores indicadores que la media nacional. En la última legislatura ha recuperado más de cuatro puntos a la renta per cápita media española, pero sigue a más de 15 puntos, y eso indica el enorme trabajo que ha de asumir el nuevo Gobierno en esta nueva etapa.
A las alegres promesas electorales de ayudas diversas se antepone ahora la realidad, que exige que en ese reparto de fondos públicos prime la inversión productiva. Galicia, a pesar de sufrir en parte la mayor suspensión de pagos de España, la de la inmobiliaria Martinsa Fadesa, no se ha visto afectada tanto como otras comunidades por la crisis de este sector. Sin embargo, los problemas del automovilístico son una seria amenaza para su principal polo industrial, el cluster alrededor de la gran factoría de PSA Peugeot Citroën en Vigo. La legislatura que comienza está destinada a llevar el AVE a Galicia, con lo que eso significa de vertebración con el resto de España de uno de los territorios peor comunicados. Es obligación del nuevo Gobierno que este objetivo, previsto para 2012, se materialice sin inconvenientes.
En el País Vasco, donde la construcción tampoco pesa de manera determinante, la crisis ha llegado más tarde pero con la misma intensidad que al resto de España. Aunque las empresas vascas, más vinculadas al sector industrial, hayan aprendido de reconversiones anteriores, no se libran del azote actual. El grado superior de autogobierno y la autonomía fiscal hacían decir al anterior Ejecutivo que la recuperación sería más rápida en Euskadi. Pero en apenas tres meses, el parón de la actividad productiva ha impactado en los cimientos de sectores estratégicos vascos, como el auxiliar del automóvil. Aunque los datos sostienen que los concursos de acreedores en las empresas vascas son menos que la media española, el impacto de la crisis sobre el empleo es igual de preocupante que en toda España.
Tanto en Galicia como en Euskadi -donde el ascenso del independentismo no violento es una gran noticia- ha llegado la hora de los políticos. Pero de los políticos con ideas. Porque si los representantes del pueblo nunca deben perder tiempo, menos aún lo han de hacer en un momento de profunda crisis como éste.