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España vive por encima de sus posibilidades: produce 10, consume 11 y pide 1 prestado

La súbita irrupción de la crisis financiera y económica en 2007-2008 ha relajado las cifras del déficit por cuenta corriente de la economía española, pero de forma muy ligera: la caída del precio del petróleo, una de las mayores partidas de la cartera de compras de España, ha rebajado el déficit comercial, y con él el saldo negativo por cuenta corriente. Pero cerró 2008 en 104.664 millones de euros, nada menos que el 9,55% del PIB, lo que sigue situándolo entre los más altos del mundo. Qué significa un dérficit corriente del 10% del PIB: que España necesita un 10% de recursos del exterior para sostener el ritmo de su actividad económica, su ritmo de inversión y su ritmo de consumo. En palabras simples: vive por encima de sus posibilidades, porque consume 11 unidades por cada diez que produce, y precisa tomar prestada una. Esto puede ser un síntoma de un país dinámico y vigoroso en condiciones normales; pero con los mercados financieros cerrados, es un problema encontrar fuera ahorro capaz de financiar a España, aunque sólo sea para renovar el crédito ya concedido. Y la banca, carrier de todos esos flujos financieros, será quien más dificultades tendrá para renovar sus líneas de liquidez.

La Balanza de pagos es el mejor escaner de una economía. En ella se reflejan todos los flujos de capital, servicios y bienes entre una economía y su entorno, y bien interpretada proporciona ingente cantidad de información sensible. Un buen economista sabe reconocer cómo está una economía con sólo analizar los flujos de la cuenta corriente. Puede incluso adivinar si su moneda está apreciada o no, si tendrá una inflación diferencial con sus economías vecinas, o incluso si tendrá rigidesces en algunos mercados de bienes, servicios o factores.

La que el viernes ha proporcionado el Banco de España como balance de todo el ejercicio de 2008 reitera la situación de 2006 y 2007, aunque recoge el ligero alivio que proporciona la caída vertical del precio del petróleo, con una influencia determinante en el volúmen de gastos por importaciones. Ese pequeño alivio del coste de las compras ha mejorado el desequilibrio comercial, y, por pasiva, la balanza corriente y la necesidad de financiación de la economía. Pero tanto la cantidad como la tasa de déficit por cuenta corriente siguen en valores desconocidos en la historia de España, y se sitúan entre los más altos del mundo, desde luego de los más elevados de los países occidentales. Sólo Portugal puntualmente, o ahora Islandia por la crisis financiera, han superado en algún momento a España.

Contabilizando la balanza corriente y la cuenta de capital, la necesidad de financiación de la economía española llegó en 2008 a 99.107 millones de euros, más del 9% del PIB. En plata significa que España de cada 10 unidades que produce necesita un impulso de capital externo de 1, o más simple todavía, por cada diez unidades que produce, consume 11, y tiene que tomar una prestada. Vive, por tanto, por encima de sus posibilidades. Esta práctica es bastante habitual en países con una fuerte presencia del consumo en la composición de su PIB, como es el caso de los Estados Unidos. Pero no en todos los países tiene las mismas consecuencias por la estructura productiva del país, así como por sus políticas fiscales, productivas o monetarias.

Estados Unidos sigue siendo una de las economías más industriales del mundo, tiene los mercados más flexibles del planeta, y, por si fuera poco, dispone de una poderosa divisa propia para ajustar mercados exteriores casi a su antojo. España, por contra, no es una de las economías más industriales del mundo, tiene los mercados productovos bastante rígidos, y no tiene moneda propia para devaluarla a conveniencia y ajustar las cantidades vía precios.

Me dirán ustedes que menos mal que no tiene divisa propia. De acuerdo: si España no estuviese integrada en el euro, ahora estaría purgando penas, como lo hacen Islandia, Turquía o los países del este europeo. Así al menos el euro proporciona la estabilidad que precisa para mantener los flujos financieros que necesita la bestia (la economía) para mantenerse. Sólo con moneda única es soportable un desequilibrio exterior como el que tiene España sin sonrojarse.

No obstante, hay que recordar que estamos atrapados en una crisis financiera de dimensiones desconocidas. Y el dinero, miedoso como un niño, desconfía más de los países que han cometido más excesos, y que los han concentrado en actividades cuyos activos han desplomado su valor y están en revisión en todo el mundo. Aunque los riesgos estén razonablemente medidos en la actividad de la banca, el monocultivo del crédito inmobiliario para una factura invisible pero muy costosa. Los mercados exteriores tienen resistencia a seguir financiando la actividad en España, por considerar que su sistema financiero, quien trae y lleva los recursos desde los países que ahorran hasta los que invierten y consumen, puede estar dañado y no responder de sus compromisos.

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