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De mi 50%, le doy una parte al alcalde

Tengo un tema gordo en Valencia, con un PAI plan urbanístico prácticamente cerrado. El tío pide 1.000 kilos de más. Compramos a 10.000 el metro cuadrado y vendemos a 20.000. Ganamos 12.000 kilos. De mi 50%, reparto con Ramón Blanco, con Álvaro y con el alcalde. El tema medioambiental lo desbloqueo yo'. Con esta frase de Francisco Correa, uno de los detenidos por el juez Baltasar Garzón por presunto cohecho, blanqueo y fraude fiscal en ayuntamientos de distintas ciudades, se resume lo que ha sido España en los últimos años. Y debería aparecer en los libros de historia de los colegios y de las universidades para que nadie olvide en qué se ha basado el ficticio modelo económico en el que se ha sostenido el crecimiento de España en los últimos años. La frase no necesita explicación, es clara y contundente y encierra la raíz de la crisis local que vivimos, luego está la global que también nos atañe y que debería ser objeto de estudio de las nuevas generaciones para que no se vuelvan a cometer los mismos errores cometidos hasta ahora.

Menos mal que esta semana, entre intrigas políticas y despidos de empresa, hay algún goteo de buenas noticias, como las que van llegando de Arco, la feria de arte que marcará la temperatura de las inversiones en un bien que no es considerado de primera necesidad. Se trata de una inversión alternativa cuando la Bolsa y el ladrillo están de capa caída. El secreto está en saber gastarse los cuartos y descubrir qué artistas tendrán recorrido en el futuro. Si yo tuviera dinero, no lo dudaría: me compraría un boceto de los espectaculares montajes que hace el artista de origen búlgaro Christo, cuya seña de identidad es envolver con tela gigantescos edificios, como el del Reichstag en Berlín, 178 árboles en el Parque Berower en Suiza o las 7.053 puertas que ideó para el neoyorquino Central Park. A pesar de sus 73 años, tiene proyectos pendientes, como lanzar 10 kilómetros de tela reflectante y translúcida por el río Arkansas en Colorado. A Christo lo descubrí hace varios años y nunca me ha quedado dinero suficiente, ni creo que lo tenga nunca, para comprar uno de sus bocetos. Lo bueno es que empresas, fundaciones e instituciones culturales se están animando a comprar, este año de manera más discreta, obras de arte. Esperemos que aquí no explote la burbuja y que no haya que repartir comisiones con el alcalde.

Paz Álvarez

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