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Tribuna
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Plan Obama, no es tiempo para tímidos

El Tesoro americano hizo público el martes un plan de estabilización del sistema financiero, que complementa al estímulo fiscal que Obama consiguió aprobar en el Senado esta misma semana. Este doble esfuerzo tiene como objetivo sanear el sistema financiero, permitiendo la recuperación del crédito (plan anunciado por Geithner) e impulsar la demanda y el crecimiento económico (plan de estímulo fiscal).

El plan Obama ha sido muy discutido y ha sufrido modificaciones. La necesidad de llegar a un acuerdo con los republicanos en el Senado ha obligado a reducir la participación del gasto en el programa (bien del Gobierno Central o los Estados) a favor de incentivos fiscales.

El plan anunciado por Geithner descansa sobre cuatro pilares: a) El establecimiento de un fondo con capital público y privado para adquirir activos 'tóxicos' y mejorar el balance de los bancos. El fondo incentivará la participación de capital privado a través de garantías prestadas por el Gobierno sobre los activos adquiridos. Esta idea es parecida a la idea 'de un banco malo' depositario/adquirente de activos tóxicos de bancos con problemas en sus balances. b) Revisar el capital de los bancos analizando su capacidad para hacer frente a situaciones extremas y cuantificar el capital complementario que necesitan esos bancos. Si fuera necesario, el Tesoro inyectaría el capital necesario. c) Un fondo gestionado conjuntamente con la Reserva Federal para agilizar y recuperar el mercado de préstamo comercial, préstamos a estudiantes, préstamos para adquisición de automóviles y tarjetas de crédito. d) La creación de un fondo destinado a reestructurar préstamos hipotecarios de los consumidores. Este punto refleja el aspecto social del plan: no sólo es necesario revisar el apalancamiento de los bancos sino también el de las familias. El Tesoro sabe que estas medidas encontrarán la oposición política de muchos ciudadanos que han criticado el uso de dinero público en las últimas ayudas. En determinadas circunstancias, este dinero público tuvo un destino opaco (compensaciones extraordinarias en compañías asistidas financieramente por el Estado, valoraciones desorbitadas de participaciones tomadas por el Gobierno en algunos bancos…). Por eso, el plan viene inspirado por la necesidad de una transparencia máxima para garantizar que el ciudadano conozca el destino del dinero usado por el Tesoro: una página web soportada por el Tesoro explicará en detalle el uso de cada dólar, las compensaciones a ejecutivos de instituciones asistidas serán limitadas, aquellas instituciones apoyadas deberán de explicar el uso que destinarán a las inyecciones de capital…

La experiencia reciente del Reino Unido y de EE UU refleja la necesidad de aplicar planes de estímulo fiscal, acompañados de proyectos que resuelvan los problemas del sistema financiero. Ambos países han contado además con la ayuda de sus bancos centrales, que han desarrollado planes de compra de activos para fomentar y agilizar el crédito.

En España, este apoyo no lo tendremos porque el Banco Central Europeo parece lejos de estas medidas, a pesar de algunas voces discordantes. Pero sí debemos plantear la necesidad de mirar a ambos problemas de modo complementario y de hacer un esfuerzo suficiente. En España, ¿qué porcentaje del actual déficit responde realmente a un esfuerzo expansivo de demanda? ¿5.000 millones de ayudas a entidades locales? ¿Por qué el Estado no avala crédito de nueva creación bajo determinadas reglas? Como señala el plan del secretario del Tesoro Geithner, 'estas medidas costarán dinero, supondrán riesgo y llevarán tiempo. Tendremos que adaptarnos conforme las condiciones cambien. Probaremos ideas no usadas anteriormente. Cometeremos errores'. Pero no es tiempo para tímidos.

Juan Toro; Socio director TMG Spain y profesor del Instituto de Empresa

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