_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Discurso prometedor

No me esperaba mucho de la comparecencia del presidente del Gobierno ante las Cortes. Por lo menos, mucho nuevo. A estas alturas de la recesión -pensaba yo- todas las cosas importantes que podría decir ya están dichas. Todas las medidas que aconseja la ciencia y la prudencia económicas ya están anunciadas. Lo que hace falta es pronta implementación y evaluación de los efectos de estas medidas. Lo importante es que esos efectos lleguen a la gente. Que los ciudadanos sientan que se interrumpe la carrera hacia el abismo y que hay motivos para esperar pronto un cambio de tendencia. Excluidos por ahora el nacionalizar parcial y temporalmente los bancos, o entrar en el consejo de administración de las instituciones financieras para codecidir sobre el uso de sus recursos, el Gobierno no podía más que exhortar, animar y pedir a bancos y cajas que sean más generosos en el traslado de los recursos que les han facilitado a empresas y familias que ofrezcan suficientes garantías. ¿Qué más podría añadir en esta solemne ocasión?

Están próximos dos procesos electorales, en Galicia y en Euskadi. El principal partido de la oposición está en plena crisis interna, y, por lo que parece, sin tiempo para dedicarse a pensar en un pacto nacional para enfrentar la recesión. No estaba el ambiente propicio para hacer de esta comparecencia un salto a la cooperación de todos los partidos en la lucha para liberar a los hogares y las empresas de las redes de la crisis. Había trascendido que el presidente ampliaría la protección de los desempleados de larga duración, apelando a la figura jurídica del 'salario ciudadano' o 'renta de inserción', que pagan, de una manera u otra, las comunidades autónomas.

Pues bien, la intervención del presidente del Gobierno, con ser la más realista, técnica y política de todas sus comparecencias en el Congreso de los Diputados a propósito de la crisis, no ha enmendado ni mejorado sustancialmente las expectativas. El discurso de Mariano Rajoy, en cambio, fue subprime, realmente pobre y repetitivo, uno de los peores que ha pronunciado en el Congreso.

No se puede negar, que cuando se oyen una detrás de otra las medidas adoptadas y las cantidades propuestas en el Plan Español para el Estímulo de la Economía, la acusación de la oposición de que el presidente no hace nada y de 'que el Gobierno no ofrece la solución, sino que es el problema', resulta grotesca y ridícula. Pero es sobre todo contraproducente para restablecer el ambiente de confianza que todos identifican como una de las raíces de la solución. La oposición, evidentemente, rechaza cualquier colaboración con el Gobierno que tienda a solucionar la crisis, porque con ella perdería la oportunidad de conquistar el poder en las próximas elecciones (cuyo adelantamiento ellos se encargarán de provocar)

En realidad creo que, antes de pasar un juicio tan severo sobre las medidas que propone el Ejecutivo, habría que darle un voto de confianza, por lo menos temporal. Las medidas que propone no han tenido materialmente tiempo de surtir efecto. Su implementación llevará el tiempo que se tarde en poner en marcha los mecanismos de ejecución, se analicen propuestas y se liciten las obras (cuando haya que licitar). Es lógico y natural dar al Gobierno un margen de confianza, porque el tiempo es una variable esencial en el dispositivo burocrático necesario para gastar bien todo el dinero puesto a disposición del ICO para los diversos objetivos mencionados (liquidez, inversión, moratoria hipotecaria, inmobiliario, etc.).

El presidente ni ha concretado las medidas para protección de los desempleados de larga duración, ni ha mencionado una reducción de impuestos como quiere el Partido Popular. Sobre lo primero dijo que están en estudio diversas fórmulas. Sobre lo segundo, sigue la doctrina de Paul Krugman u otros muchos economistas, que consideran que no hay ninguna garantía, y más bien experiencias contrarias, de que el dinero de los impuestos 'perdonados' no va masivamente a inversión y a crear empleo, sino a engrosar los fondos de seguridad de las familias y las empresas.

Total, que estamos lejos de la 'cooperación nacional' que ofreció Rodríguez Zapatero y, por lo tanto, lejos de la solución.

Luis de Sebastián. Catedrático de economía de Esade (Universidad Ramon Llull)

Archivado En

_
_