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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

España necesita un pacto de Estado

La profunda recesión se ha llevado por delante un millón de empleos, más de 2.500 empresas han entrado en proceso concursal, se ha congelado el crédito y el consumo y la inversión han descendido en picado arrastrando la producción industrial. æpermil;stos son efectos cuantificables, aunque también hay estragos latentes. La admiración que despertaba el 'milagro económico' español se ha volatilizado en apenas unos meses y ha quedado patente que el boom inmobiliario enmascaró unas deficiencias estructurales que han explotado ahora con virulencia.

Nadie, ni siquiera el Gobierno, duda ya de la gravedad de la situación y esperar de brazos cruzados a que las deficiencias se arreglen solas es un lujo que España no se puede permitir. El presidente del Consejo Superior de Cámaras, Javier Gómez Navarro, o el presidente del Senado, Javier Rojo, han pedido abiertamente un pacto de Estado para afrontar la crisis. Emilio Botín, presidente de Banco Santander, apeló ayer a la unidad de los sectores público y privado para apoyar la economía. El propio presidente del Gobierno admitió públicamente que él solo no tiene capacidad para solventar el problema. A ellos se suman expertos económicos y agentes sociales consultados por este periódico.

El Gobierno, superado por los acontecimientos, no debe hacer oídos sordos a esta demanda. Es urgente que convoque a la oposición, a los agentes económicos y sociales y a los distintos ámbitos ciudadanos para negociar un gran pacto social que aborde los problemas -económicos y no económicos- que lastran la competitividad española. Esta crisis durará más o menos tiempo, pero los males crónicos aflorarán de nuevo en la próxima si no se buscan remedios negociados que garanticen la continuidad de las transformaciones.

España no puede seguir apuntalando su economía sobre la construcción y el turismo, dos sectores con empleos de escasa productividad, que en todo caso habrá que mimar y mantener. Queda patente que algo falla si se compara el comportamiento del desempleo en España con el de otros países comunitarios. En los doce meses de 2008 el paro aumentó en España 5,7 puntos, hasta el 14,4%. Por contra, Alemania lo redujo en 0,7 puntos, colocándolo en el 7,2%. Es más que suficiente para plantear con urgencia una negociación que concluya con reformas en muchas parcelas económicas como la laboral, la fiscal y la energética, para mejorar la estructura de costes empresariales; la educativa y formativa, para mejorar el desempeño del capital humano; la de la justicia, para agilizar los procesos concursales y no frenar nuevos proyectos; los mercados de servicios, el transporte o las trabas burocráticas para ampliar el crecimiento potencial. La tarea es de tal envergadura y relevancia que el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero no debe abordarlo en solitario. Debe negociarse entre los afectados, sobre todo empresarios y sindicatos, pero con plena cobertura política, tanto del Gobierno como del Parlamento.

No será la primera vez que se ensaya en España un gran pacto de Estado. En 1977 los políticos dieron abrigo con los Pactos de la Moncloa a un gran acuerdo social y económico para superar la crisis embalsada desde 1973. Y la apuesta dio buenos resultados. La sociedad exige el compromiso de todos. Toca. Y con urgencia.

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