Los verdugos y las víctimas de la crisis
La dimensión que ha tomado la crisis, que ha dejado víctimas corporativas en todos los continentes entre bancos y empresas industriales, y que se puede llevar por delante cincuenta millones de empleos según los cálculos de la OIT, ha generado también un intenso debate sobre el grado de culpabilidad de cada agente. España no ha sido diferente en este agitado intercambio de apreciaciones, y ayer el tono subió un escalón. Ante las reiteradas acusaciones de Gobierno y empresas no financieras de que la banca tiene cerrado a cal y canto el grifo del crédito, los responsables de los bancos, y por circunstancias en sede parlamentaria, devolvieron el golpe.
El presidente de la Asociación Española de la Banca, Miguel Martín, aseguró que 'no es verdad que el sistema bancario esté poniendo en riesgo a la economía real; más al contrario, es la economía real la que está poniendo en riesgo al sistema bancario', que es quien 'está impidiendo que haya un hundimiento más radical de la actividad'. El argumento esgrimido en todo el planeta que acusa de verdugos a los banqueros por su abuso descontrolado del riesgo y su codicia innata, ha calado en España. Pero España, que es diferente en tantas cosas, lo es también en ésta, como hasta hace poco toda la doctrina económica coincidía: la banca española es más solvente por la profesionalidad de sus gestores y el celo supervisor del Banco de España.
Den hoy más o menos crédito, tal aseveración es cierta. Mientras que la banca americana o británica ha aflorado ya pérdidas en muchos casos superiores a su capital, (600.000 millones de euros) con la consiguiente quiebra si no fuese por la garantía pública de cobertura, en España han cerrado 2008 con unos resultados que sólo han cedido en el cuarto trimestre para destinar beneficios a nuevas coberturas contra pérdidas futuras. No han pedido un euro a nadie que no sean sus accionistas, y mantendrán esta política de capitalizarse en el mercado siempre antes que en el Tesoro.
Martín lo dejó claro ayer: son selectivos en el crédito, porque el excesivo apalancamiento de la economía tiene que reducirse en España, que ha arrastrado durante diez años déficit corrientes acumulativos del 8%. En todo caso, la banca, al menos la privada, se debe a sus accionistas, y tiene que respetar los criterios comerciales, aunque tenga, como es lógico, una función social. No obstante, ayer se comprometieron bancos y cajas en su encuentro con el presidente Zapatero a colaborar en el impulso de las líneas de apoyo a la financiación de empresas y familias desde el ICO, así como a atender la demanda de crédito solvente.
Cuanto más dure la crisis, más activos se dañarán y más impagados habrá, con mayor deterioro para la banca. La inmensa masa de crédito hipotecario y a promotores tiene un riesgo potencial, aunque todas las simulaciones de estrés de los servicios de supervisión del Banco de España descartan escenarios ingobernables aunque la mora llegue al 9%. El Gobierno debe reforzar las vías de liquidez del BCE con compras de activos, como hasta ahora, y debe estar preparado por si tiene que adquirir también activos peor calificados. Y debe jugar con tremenda habilidad entre la presión a la banca para que agilice los créditos y la vigilancia para que las entidades financieras no pierdan pie.