El asiento más exclusivo para ver la Super Bowl está en la Casa Blanca
Los asientos más cotizados para ver la esperada final del campeonato de fútbol americano, la "Super Bowl", que se celebra hoy, normalmente son los del palco del estadio pero este año la Casa Blanca les ha robado el protagonismo.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha invitado a una quincena de legisladores, tanto demócratas como republicanos, a ver el partido en el auditorio de la Casa Blanca.
Durante unas horas, los legisladores dejarán de lado sus diferencias partidistas para animar a los jugadores de los Cardinals de Arizona y los Steelers de Pittsburgh, mientras comparten unas bebidas y los platos de picar sin los que es impensable ver una "Super Bowl" por televisión.
Al menos, ésa es la idea que anima la invitación. Desde su llegada a la Casa Blanca hace casi dos semanas, Obama ha querido tender puentes entre demócratas y republicanos, parte de su lema "pospartidista" con el que desarrolló la campaña electoral.
El portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, dijo en su rueda de prensa del viernes que en la fiesta "se verán demócratas y republicanos. Habrá hinchas de los Cardinals e hinchas de los Steelers. Nuevamente, intentamos que la gente se una".
El propio Obama ha admitido que durante el partido apoyará a los de Pittsburgh, cuyo presidente es un importante donante demócrata y le apoyó durante la campaña.
Aparte del equipo de fútbol americano de Chicago, los Bears, "los Steelers son probablemente el equipo al que tengo más cariño", declaró el presidente estadounidense el jueves.
El vicepresidente de EEUU, Joe Biden, también tiene previsto organizar una recepción similar en su residencia, en el Observatorio Naval en el noroeste de Washington, donde ha invitado a un grupo de senadores y miembros de la Cámara de Representantes.
La "Super Bowl" de hoy, que se disputa en Tampa, tiene unas expectativas de audiencia en EEUU de cien millones de personas, pero se transmitirá a todo el mundo y podría tener un seguimiento global de cerca de mil millones.
La final de fútbol americano es una de las fiestas no declaradas en Estados Unidos y paraliza la vida del país mientras familiares y amigos se reúnen a ver el partido en torno a unas cervezas, perritos calientes, pizza o los típicos "nachos" o "tacos".