Me hubiera gustado que ganara Verdasco
Me hubiera gustado que el duelo vivido este viernes, durante cinco horas y catorce minutos, entre Rafael Nadal y Fernando Verdasco hubiera finalizado con la derrota del número uno. Esto me ha ocasionado, cuando el jueves por la noche lo solté en mi casa, algún que otro encontronazo familiar. Todavía no me lo han perdonado, pero me habría gustado que el madrileño Verdasco hubiera llegado a la final en el Abierto de Australia y se hubiera enfrentado al suizo Roger Federer. Y no porque tenga algo en contra de Nadal, que no es el caso porque soy fan del mallorquín, al que agradezco las alegrías deportivas que nos ha dado. Y han sido muchas. No le quito ningún mérito, es más todo son alabanzas porque el jugador ha demostrado una gran elegancia y saber estar tanto dentro como fuera de la pista. Pero lo que es realmente sorprendente es que hasta hace dos meses sólo teníamos a un jugador en la élite del tenis y ya tenemos a dos tenistas capaces de enfrentarse a partidos de leyenda, imborrables de la memoria. Después del magnífico partido, el pasado mes de noviembre, entre Verdasco y el argentino José Acasuso, y que le dio a España la tercera ensaladera de la Copa Davis, nació otra estrella. Desde el lunes ocupa el puesto nueve en la clasificación mundial. El madrileño se ha crecido, va a comerse el mundo y esperemos que lo devore, que no se venga abajo, que siga siendo capaz de ponerle las cosas difíciles a Nadal y al que sea, y mantener la emoción sobre la cancha hasta el último minuto. Tiene hambre de triunfos y se le nota. Pero eso es lo bueno.
En estos días que sólo se habla de despidos laborales y de derrotas, de empresarios que llegan a quitarse la vida porque han perdido toda su fortuna y no tienen fuerza para empezar de cero, Verdasco es un soplo de aire fresco. Y me hubiera gustado que se enfrentara a Federer por ver si era capaz de ofrecernos un partido igual de emocionante a los que Nadal nos tiene acostumbrados cuando se enfrenta al actual número dos. Federer también lo prefería y justificó su elección diciendo que los partidos con Nadal son emocionantes, pero que elegía a Verdasco porque tenía inexperiencia en jugar finales. No es la primera que vez que los dos tenistas están frente a frente, pero en lo que se equivoca Federer es en despreciar al novato. Estoy segura de que el madrileño no se iba a acobardar. Todo lo contrario.