La crisis sacude a la tecnología
Lo que empezó como una crisis mundial en los sectores inmobiliario y financiero ha acabado contagiando a todos los niveles de la economía. Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) tampoco se han salvado de las turbulencias. En un mes se han destruido 90.000 empleos de las grandes corporaciones del sector y desde agosto casi un cuarto de millón. En España el efecto sobre el empleo será menor, pero debido a la escasez de grandes fabricantes. Pero el peligro de recortes acecha a las grandes cadenas de distribución de electrónica que están sufriendo descensos de ventas. El derrumbe del sector ha cogido por sorpresa a los expertos que confiaban en que la tecnología aguantaría mejor la crisis a nivel mundial e, incluso, que se comportaría como un soporte.
Esa tesis se antoja ingenua también en clave española. Los productos electrónicos de consumo sufren profundamente con las crisis, pero además estos dispositivos tienen gran peso en las inversiones empresariales en bienes de equipo y la recesión hace más improbables las renovaciones del parque informático o electrónico. Para completar el cuadro, la Administración, que ha venido consumiendo con fuerza este tipo de productos, ha recortado los gastos más corrientes.
La patronal española del sector, Asimelec, acaba de reclamar al Gobierno ayudas entre 1.000 y 1.200 millones de euros -que habría que sumar a los 1.500 millones del Plan Avanza 2- para fomentar la demanda. Según sus datos, las caídas del negocio de dos dígitos son generalizadas en todos los segmentos.
El recorte de la inversión en tecnología por las empresas es una decisión aparentemente lógica en plena crisis, pero un parón tecnológico lleva de la mano una merma de competitividad en los años siguientes. Para evitar ese retraso se requieren vías de financiación que faciliten la modernización tecnológica. Pero el sector de las TIC no debe ponerse en manos del maná de las ayudas públicas sin reforzar su I+D+i, desarrollar nuevo productos y abrir nuevos mercados.