Obama propone un plan verde sobre rojo
Barack Obama se está dando prisa. Consciente de que los 100 primeros días de legislatura son críticos, el nuevo presidente de EE UU está dando órdenes y señales de que hay un nuevo inquilino en la Casa Blanca. Después de dar instrucciones para cerrar Guantánamo, asegurar el fin de las torturas o poner coto a los lobbies, el presidente atacó el lunes otra de las prioridades del principio de su lista: el cuidado del medio ambiente y la independencia energética a través de la explotación de tecnologías limpias.
Para empezar, Obama ha pedido al Departamento de Transporte que empiece a trabajar en regulaciones para que los vehículos que se empiecen a producir en 2011 cumplan estándares de emisiones más restrictivos. Además, abre la puerta a que California, y 13 estados más, impongan unos límites más estrictos que los que se imponen a nivel federal. George Bush impidió la iniciativa californiana y dejó en el aire la puesta en marcha de la normativa federal.
En cuestiones de medio ambiente y energías renovables el cambio de filosofía es notable porque donde Bush veía un freno para el crecimiento, Obama encuentra una oportunidad. De hecho, en su discurso del lunes el presidente habló de 'la nueva economía de la energía americana' como generador a corto plazo 460.000 puestos de trabajo. Su objetivo es que en tres años se pueda duplicar la capacidad energética procedente de fuentes renovables y que esta llegue a seis millones de hogares.
El problema de la revolución económica verde de Obama es que empieza cuando administraciones públicas, empresas e inversores están en números rojos. En los últimos tres años ha habido dinero para estas inversiones, como para casi todo, pero el grifo se ha ido secando poco a poco.
Rentabilidad
Eso frena el lanzamiento de proyectos que tardan en ponerse en marcha y alcanzar el nivel de rentabilidad. Sólo duplicar la capacidad de las renovables en 2012 se estima que cueste unos 150.000 millones de dólares (114.000 millones de euros) y ahora que el capital riesgo está en horas bajas, la banca no concede créditos y las Administraciones locales hacen frente a elevados intereses en su deuda (cuando la colocan), el objetivo se complica a corto plazo. Los fabricantes de coches que durante años se han resistido a las regulaciones que ahora podrían ponerse en marcha ya están en una delicada situación. GM y Chrysler estarían en la quiebra de no ser por las ayudas federales que se concedieron en 2008. Hacer la transición que tanto han retrasado a modelos de menor consumo se percibe como una sentencia de muerte. Si se aprueba el plan de estímulo fiscal de Obama, se daría una ayuda de 20.000 millones de dólares (15.167 millones de euros) en recortes fiscales para inversores en energía verde. Se añadirían a los 7.700 millones en ayudas fiscales ya aprobadas. ¿Son suficientes? La semana pasada se celebró en California una cumbre de energías limpias y los analistas de Merrill Lynch sacaron una conclusión: 'El tono fue optimista para el largo plazo, pero se puso de manifiesto el problema de financiación de la industria. El año 2009 será para sobrevivir. Sólo se financian proyectos de bajo riesgo y se piden altos rendimientos'.
La revolución verde se pone muy cuesta arriba si el fondo es rojo.