Contraste de estilos en Vissum
Jorge Alió dirige un innovador instituto oftalmológico en un ambiente clásico.
Mantener una conversación sin interrupciones con Jorge Alió, nacido en Caracas hace 55 años y educado en Madrid, fundador de la clínica oftalmológica Vissum, es complicado. Constantemente es interrumpido con llamadas telefónicas, algunas de ellas las atiende en inglés, o con visitas en el despacho, entre ellas la de su esposa, su mano derecha en la gestión de la corporación. Asegura, con un discurso franco acompañado de una mirada muy directa, que, a pesar del aparente caos, es muy metódico en el trabajo. 'Me gusta tener buena información para planificar y posteriormente ejecutar en un plazo de tiempo razonable. En la práctica, me adapto a lo que las circunstancias me exigen'. Confirma, sin ningún rubor, que su agenda desgraciadamente siempre sufre alguna clase de retraso. 'Tengo dificultad para cubrir todo lo que tengo que atender, soy víctima de mis iniciativas y me preocupa no hacer bien las cosas porque abarco demasiado', dice, a la vez que enumera todas sus ocupaciones: 'Soy médico, académico, quirúrgico, realizo tareas de investigación, empresario, y además tengo mis aficiones y ciertas inquietudes sociales'.
Alió es también presidente del Club Rotary en Alicante, del que destaca la prestación de servicios a la comunidad, como haber contribuido a erradicar la poliomielitis, con la aportación de 100 millones de dólares, en Afganistán, Pakistán, El Chad y Costa de Marfil. Recuerda que en España hay 3.000 de los 1.200.000 miembros que pertenecen al club en todo el mundo. Pero si con algo se siente cómodo es en su faceta de médico, 'es mi verdadera vocación, pero también es cierto que gracias a mi labor como empresario puedo poner en marcha proyectos de la actividad médica'. En su familia no había tradición emprendedora. 'Mi padre era maestro de escuela y yo he tenido que convertirme en empresario para poder ejercer mi profesión sin restricciones'. Para Alió lo más difícil de esta aventura es contar en sus filas con buenos profesionales, tiene a 430 en plantilla en toda España, y coordinarlos de manera armónica. 'Intento ser exigente, pero también flexible, y me gusta que cada uno asuma sus responsabilidades'.
Trabaja en un espacio amplio de estilo clásico, rodeado de muebles de madera maciza y tapizados en color verde. En un reservado de la estancia, destinado a visitas que exigen privacidad y separado por un moderno cristal con el logo de la empresa, tiene los últimos aparatos en oftalmología. 'En este sentido somos muy innovadores. Tenemos a 20 personas dedicadas a investigar. Hacemos uso de la última tecnología y de los últimos avances en cirugía'. Y asegura que la mayoría de las intervenciones se deben a cuestiones funcionales, no estéticas. 'El 95% de la información procede de la vista y está directamente relacionado con la calidad de vida. Las operaciones tienen una función. Por ejemplo, no se puede ser policía ni marinero ni soldado si se utilizan gafas. Poca gente se opera por una cuestión cosmética'.
Jorge Alió llegó a la Universidad de Alicante como catedrático de oftalmología. 'Tenía 32 años, había ganado unas oposiciones. Había pensado en otras zonas para instalarme, pero no entraban en mi proyecto de vida. En Alicante no había hospital universitario y mi intención era contribuir a que lo hubiera, pero eso hace unos años era imposible, así que decidí que lo mejor era montar una empresa, con la finalidad de mover las cosas a tu favor'.
Tiene una vitalidad envidiable. Se levanta a las cinco y media de la mañana, sale a correr o se entrena en el gimnasio que tiene en su casa. A continuación lee la prensa o ve las noticias en televisión. A las siete, atiende el correo electrónico y, una hora más tarde, suele tener programada alguna sesión clínica; a partir de ahí, cada día es diferente, 'voy combinando actividades académicas, investigadoras, empresariales'. Al año pasa una media de cien días lejos de casa, de los cuales el 90% son fuera de España. Y en el despacho apenas está unas cuatro o cinco horas a la semana. 'Cuando estoy aquí es para pensar, para meditar'.
Un queratómetro del siglo XVIII
Es un apasionado de las antigüedades. Y le gusta recordar los orígenes de la medicina. Una muestra es una escultura original del siglo IV d.C. de Higia, representada como una mujer joven dando de comer a una serpiente, la hija de Esculapio, el dios de la medicina para los romanos. También tiene un queratómetro del siglo XVIII. Se trata de un aparato destinado a la medición de los radios de la córnea.A pesar de que su despacho da la impresión de ser una estancia confortable y decorada a su gusto, asegura que no le da importancia a los objetos. 'Soy capaz de adaptar mi espacio de trabajo a cada situación. Trabajo bien en los aeropuertos y tengo gran capacidad para concentrarme en cualquier lugar'. Porque uno de los inconvenientes del despacho, 'es que cualquiera puede interrumpirme'.Le gusta que cada cosa esté en su sitio, pero sin obsesionarse con el orden. También tiene una colección de fotografías con distintas personalidades, además de un retrato de Antonio Ugeda realizado en 1997, cuando inauguró la clínica.Entre sus aficiones están el arte, los deportes atléticos, el mar, la lectura, el cine, el teatro, además de la familia. Y si algo le gustaría que dijeran de él es que es un buen médico.