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Tribuna
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Reflexiones sobre la prejubilación

La propuesta de Telefónica de acordar con los sindicatos (UGT y STC) un expediente de regulación de empleo (ERE) de 700 empleados mayores de 48 años suscitó una fuerte polémica. La cuestión que llevó incluso a Celestino Corbacho, ministro de Trabajo, a manifestar que cambiaría la ley si fuera necesario para que ningún trabajador 'se fuera a la calle' por cumplir 48 años. Finalmente el ministerio pactó con Telefónica la aprobación del ERE, retirando la compañía el límite de edad para acogerse al plan voluntario que prevé la salida de 500 trabajadores

Corbacho aseguró recientemente que quiere buscar con patronal y sindicatos fórmulas para limitar la edad de las prejubilaciones presentadas con motivo de un ERE, si bien admitió que es complejo regularlo específicamente.

La difícil permanencia de los mayores de 45 años en el mercado laboral viene de lejos. El caso de Telefónica presenta un panorama aún más sombrío para este colectivo. La prejubilación no es una institución jurídica y no genera prestaciones del sistema de Seguridad Social. Es una medida empresarial que se incluye en casos de ERE y que activa los mecanismos legales de la extinción del contrato; es decir, pago de la indemnización al trabajador y derecho de éste a percibir la prestación por desempleo. Sólo en algunos casos incluye mejoras consistentes en la percepción del trabajador de parte de su salario y el pago por parte de la empresa de las cuotas del convenio especial con la Seguridad Social. Finalmente la jubilación del trabajador se producirá de acuerdo con la normativa vigente, es decir, a los 61 años en caso de jubilación anticipada, o a los 65 años, edad ordinaria de jubilación.

El uso de las palabras en determinado contexto parece legitimar situaciones y dotarlas de un contenido positivo, cuando en realidad no lo tienen. El término prejubilación es uno de estos casos. Aunque no es un término nuevo y, normalmente, se asocia su utilización a los mayores de 55 años, temo que en estos tiempos difíciles pueda ponerse de moda incluir también a los mayores de 45 años. Desde 1997 se vienen incentivando con bonificaciones en las cotizaciones sociales las contrataciones indefinidas de mayores de 45 años. Si esto ya ponía de manifiesto la estigmatización que sufría el colectivo, la prejubilación generalizada será su crucifixión. Si además alguien construye una teoría llamada gestión de la prejubilación, senior downsizing u otros eufemismos similares, su exclusión definitiva de las clases activas estará ya servida.

La finalidad de la jubilación es que un trabajador con una edad en la que físicamente no puede trabajar adecuadamente, pueda cesar en la actividad y percibir una pensión para vivir el resto de sus días. Cuando en los años cuarenta se estableció la jubilación a los 65 años, la esperanza de vida rondaba los 55 años. En la actualidad, la esperanza de vida es de 87 para las mujeres y de 83 para los hombres.

No es conveniente arrojar del núcleo de la población activa a los trabajadores de 45 o 55 años, para relegarlos a una situación de no trabajo continuado. Y no es sostenible para el sistema que un trabajador perciba durante 35 o 40 años una pensión de jubilación. Tampoco es sostenible para la estabilidad psicológica del trabajador sentir que es un desperdicio laboral y que debe buscarse otras ocupaciones sin haber cumplido los 50 años. Finalmente, no es sostenible para las empresas tratar como sobrantes a trabajadores con talento y formación acumulados y con la experiencia que da una larga trayectoria.

No se trata de clamar contra las medidas empresariales tendentes a solucionar situaciones de crisis. Se trata de no recurrir al maltrecho colectivo de mayores de 45 años para solucionar problemas a corto plazo sustituyéndolo por otros colectivos de menor coste salarial. La gestión de las carreras profesionales de los mayores de 45 es una asignatura pendiente para las empresas. La creatividad debe aplicarse también en este punto; y debe ser una creatividad constructiva y no destructiva. Es posible que la noticia del ERE de Telefónica sea sólo un fenómeno puntual; pero por si acaso algunos están pensando que puede ser una buena idea quiero plantear al lector lo siguiente: ¿qué sucedería en su empresa si se eliminaran de pronto a los mayores de 45? Pues eso mismo es lo que le ocurrirá a nuestro país si la medida se generalizase.

Jordi Costa. Profesor de EADA (Escuela de Alta Dirección y Administración)

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