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A fondo

La UE espera réditos políticos de la 'Obamamanía'

Si no fuera por su elocuencia y claridad, el discurso de toma de posesión de Barack Hussein Obama podría haberlo pronunciado en Bruselas cualquier dirigente de la UE. Multilateralismo. Medio ambiente. Eficiencia energética. Capitalismo regulado. Infraestructuras para facilitar la convergencia económica. Casi todas las ideas esbozadas por el nuevo presidente de EE UU figuran desde hace años o décadas en la agenda comunitaria.

La popularidad de la UE, sin embargo, no deja de menguar entre sus propios ciudadanos. Y su credibilidad pierde enteros en una escena internacional donde, a menudo, se acusa al club europeo de paternalismo poscolonial o de doble rasero moral y comercial. Bruselas confía en que esas tendencias cambien ahora que en Washington se reconoce la necesidad de un mundo multipolar y se valoran los esfuerzos de desarrollo pacífico y sostenible como los de la UE.

El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, ya ha propuesto a Obama que 'la UE y EE UU reconozcan su interdependencia (...) y trabajen juntos para modelar las respuestas multilaterales a los desafíos globales como la crisis económica y financiera, la seguridad, incluido Oriente Medio, o la lucha contra el cambio climático'.

La agenda del presidente de EE UU coincide con la que defiende hace años Bruselas

Javier Solana, Alto representante para política exterior y defensa de la Unión Europea, también ha recordado a Obama que 'ningún país, ni siquiera EE UU, puede resolver por sí solo los problemas'.

El primer presidente negro de EE UU no ha concretado el alcance de su futura relación con la UE Ni ha contestado todavía a la invitación para visitar el Parlamento europeo, según admitió ayer el presidente de esa institución, Hans-Gert Pöttering.

Pero pocos dudan en Bruselas de que su sensibilidad política puede generar una cálida corriente de empatía que una las dos orillas del Atlántico.

'Nuestro deseo es que la UE y EE UU mantengan una relación en pie de igualdad', indicó ayer Pöttering durante un encuentro con un grupo de periodistas españoles. El presidente del Parlamento parece convencido de que 'el nuevo presidente de EE UU cree en la cooperación'. Obama, sin mencionar expresamente a Europa, abrió el camino para una exigente cooperación durante su primer discurso. 'A los países que como el nuestro disfrutan de una relativa abundancia, les decimos que ya no podemos permitirnos la indiferencia hacia el sufrimiento de allende nuestras fronteras ni consumir los recursos del planeta sin preocuparnos de las consecuencias'.

La oferta, tal vez, sonó demasiado socialdemócrata para algunos líderes europeos, como el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, o el presidente checo y actual presidente de la UE, Vaclav Klaus. Pero esa línea medioambiental y humanitaria de Obama pespunta el espectro político europeo, desde la democracia cristiana hasta los socialistas pasando por los Verdes, aunque cada grupo la asuma con sus propios matices.

La incógnita para Europa, precisamente, estriba en saber hasta qué punto llevará Obama la defensa de sus ideales. Y el riesgo es que, si cumple su ambición, el club europeo, donde conviven 27 países, quizá no pueda seguirle. El próximo lunes será la primera prueba de fuego para la UE. Los ministros de Exteriores de Los 27 debatirán en Bruselas la respuesta comunitaria al cierre de Guantánamo decretado por Obama. Algunos países quieren acoger a personas liberadas del gulag creado por la administración Bush, pero otros se resisten.

Otras medidas de Obama, en cambio, pueden ayudar a cerrar heridas dentro y fuera de la UE, como la prevista suspensión del despliegue del escudo antimisiles que Bush quería colocar en Polonia o la República Checa. El aborto de ese plan puede ayudar a Bruselas a mejorar sus relaciones con Moscú y a entablar con Rusia una relación más profunda y estable, sobre todo, en el terreno energético.

Mercados regulados

Pero no en todos los temas va a ser tan fácil la relación con Obama. El primer roce puede llegar en abril, con motivo de la próxima cumbre del G 20, en Londres, en la que Europa quiere sentar las bases para una profunda revisión del sistema financiero mundial. Durante la anterior cita, en Washington, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, aprovechó la debilidad de George W. Bush para marcar el paso. El equipo económico de Obama no parece muy proclive a una regulación tan estricta de los mercados como pretenden Francia y Alemania.

Algunos veteranos de la UE, sin embargo, creen que el principal peligro para la UE y EE UU sería que la Obamamanía acabe en desilusión. Así, advierten que 'el optimismo no es la política. La política es mucho más'.

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