Autónomos, celebremos un año perdido
Más de un año después de la entrada en vigor de la Ley del Estatuto del Trabajo Autónomo son muchos los preceptos que no se han desarrollado aún, denuncia el autor, que insta a ponerse ya manos a la obra para que la norma no se quede en papel mojado
El día 12 de octubre de 2007 entró en vigor la Ley del Estatuto del Trabajo Autónomo, una norma legal esperada y demandada durante muchos años por el gran colectivo de los más de tres millones y medio de empresarios y profesionales autónomos españoles. Ese día, desde esta organización que presido, lo celebramos conscientes de la gran importancia de ese acontecimiento, y dejamos constancia de nuestra alegría en los medios de comunicación.
Más de un año después, cuando la grave crisis económica por la cual atraviesa España deja cada día varios cientos de autónomos en la cuneta; es decir, que se dan de baja en el Régimen Especial de Autónomos de la Seguridad Social, por no poder seguir adelante con sus negocios o sus actividades profesionales, el balance que debo hacer del Estatuto del Trabajo Autónomo es muy negativo.
No se trata ya de ciertas carencias y errores que señalé al entonces ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, Jesús Caldera, cuando nos hacíamos la foto de la firma por parte de las organizaciones representativas del colectivo y le manifesté nuestro apoyo crítico a la norma.
El problema es que ha pasado mucho tiempo y hay cosas muy importantes para los autónomos que aún están en el aire. Señalo algunas: seguimos sin tener regulado aún de forma definitiva y en igualdad de condiciones el derecho a cobrar algún tipo de prestación en caso de cese de actividad (el equivalente al paro de los asalariados), lo cual en estos momentos de tremenda crisis es fundamental. Las pensiones mínimas del colectivo no están equiparadas a las cifras del propio salario mínimo interprofesional. O sea, que seguimos sin ser equiparados en la práctica en prestaciones y derechos sociales con los trabajadores asalariados.
Además, no permiten capitalizar aún el 100% del seguro de desempleo (sólo un 60%) para darse de alta como autónomo y emprender un negocio o actividad profesional. Las leyes de Igualdad y Dependencia no parecen ir con nuestro colectivo, pues nadie se preocupó de dotar de presupuesto para que afecte a nuestras mujeres y personas desvalidas.
Pero luego hay otros asuntos igualmente graves. Por ejemplo: un año después, hace tres meses que el director general de Trabajo Autónomo y Economía Social nos remitió un borrador del reglamento que, precisamente, debe regular todos estos temas y muchos otros que están pendientes de su desarrollo en tal norma.
Las organizaciones como Asnepa estamos haciendo un esfuerzo para aportar, desde una posición de diálogo y apoyo crítico, nuestros puntos de vista para mejorar un documento que, hasta ahora, sólo ha sido elaborado teniendo en cuenta el criterio de la organización afín a la UGT, UPTA, y de esa otra que no sé como calificar, ATA, una entidad andaluza también muy dócil con el Gobierno de turno.
En este sentido, visto que el sectarismo y el clientelismo siguen primando en las iniciativas de interlocución desde la Administración, me atrevo a pedir, eso sí respetuosamente, al ministro de Trabajo e Inmigración, Celestino Corbacho, que se plantee si no es ya hora de relevar al anterior equipo de su antecesor, habida cuenta que ya ha cumplido una etapa y que seguramente hay otras personas que pueden asumir con mayor eficacia este nuevo periodo de negociación de forma más abierta y plural.
Por otra parte, me parece que es urgente la constitución del Consejo Estatal del Autónomo, contemplado en la ley, sin más dilaciones y en base a unas elecciones en el colectivo que Asnepa pidió hace ya un año también, por ser lo más justo y democrático. Ello acabaría con los dimes y diretes del actual director general del Trabajo Autónomo sobre los criterios de representatividad de las organizaciones del sector.
Quisiera ser optimista y pensar en positivo para el futuro inmediato, pero los hechos y las actitudes de la Administración me lo ponen difícil. Es urgente, justo y necesario, además de un imperativo legal, desarrollar en todos sus términos y hasta sus últimas consecuencias el Estatuto del Trabajo Autónomo, para que no sea una bonita norma legal que se quede en papel mojado y para que no se agote la paciencia de un colectivo de tres millones y medio de empresarios y profesionales autónomos, que puede pensar que los políticos gobernantes le toman el pelo un año más, y van ya...
Pedro Mezquida. Presidente de Anespa (Asociación Nacional de Empresarios y Profesionales Autónomos)