2009, un año de oportunidades
El año 2009 comienza con los peores augurios conocidos en las últimas décadas. La frase recurrente de finales de 2008 fue que estaba siendo tan malo que parecía 2009. Muchas felicitaciones navideñas han deseado estas fiestas un 'feliz 2010', una forma de admitir que 2009 está ya perdido y bastará con sobrevivir. Quien así lo plantee está enfocando el futuro inmediato de manera equivocada.
La crisis de liquidez, que derivó en financiera y se extendió a crisis económica global, transformó en 2008 la forma de entender el mundo. El proceso, desencadenado a mediados de 2007 de la mano de una inconcebible crisis subprime en EE UU, llevó a la mayor destrucción de riqueza financiera de la historia: el valor en Bolsa de las compañías se dividió por dos en 12 meses. Y sirvió para desvelar la larga lista de excesos en que había ido cayendo el capitalismo durante uno de los periodos más prolongados de crecimiento de la economía internacional. El caso Enron ya había puesto sobre la mesa un buen número de esos vicios, cuya quintaesencia representa hoy, siete años después, el caso Madoff. Bernard Madoff, otrora gurú de Wall Street, se convirtió en sólo un fin de semana en el símbolo mundial de todos los excesos de las finanzas internacionales. Pero ni en esos casos ni en todos los demás se atendió a las alarmas. Esa es la primera lección a no olvidar.
En los últimos 18 meses han ido cayendo uno tras otro los viejos esquemas, y la economía se dirige hacia un nuevo orden. Y como el paradigma ha cambiado, se abre un amplio espectro de oportunidades. Las malas previsiones no deben ocultar que 2009 es el ejercicio clave para salir de la crisis y los aciertos serán la llave de la recuperación. Es la hora de los valientes.
La inundación de liquidez y el resto de ayudas aprobadas por los Estados empezarán a dar sus frutos en los próximos trimestres. Empresas y consumidores dispondrán de una doble inyección de liquidez: el recorte de los tipos de interés hasta casi cero y la caída del precio del petróleo a menos de un tercio que hace medio año. Sólo en España, la bajada del euríbor puede suponer un alivio para las familias y empresas hipotecadas de 13.000 millones de euros. El desapalancamiento masivo y acelerado de familias y empresas abrirá más la puerta a las nuevas oportunidades.
En clave española, la situación se antoja más complicada que en otras economías. La dependencia no sustituida de la construcción residencial, el crecimiento descontrolado del paro, el hundimiento del consumo y la carencia de capacidad exportadora son cuatro debilidades que se retroalimentan y harán más difícil la salida del agujero de la recesión. No obstante, se abre la extraordinaria oportunidad de diseñar una nueva economía más competitiva. Es una responsabilidad que no pueden eludir las autoridades, pero tampoco el sector financiero, las empresas y los trabajadores.
A nivel global, los logros de la cumbre del G-20 en Washington están por ver, así como la aportación a la recuperación internacional que llegue de la mano del cambio prometido por el nuevo presidente de EE UU. Porque, a pesar del renacimiento del keynesianismo, la salida de esta crisis no se conseguirá hasta que el sector privado retome una confianza que se verá impulsada sólo con mejores control, regulación y supervisión.