La cautela se impone en las carteras de cara a un ejercicio incierto

Los planes de pensiones afrontan un nuevo año tras dejar atrás uno de los escenarios más penosos, en lo que a resultados se refiere, de la historia de estos instrumentos de ahorro, que este año cumplirán la veintena tras su puesta en marcha allá por el año no tan lejano de 1989. Las pérdidas han sembrado el sector, aunque si se miran las cifras desde el lado más conservador, los planes de renta fija a corto plazo han logrado salvar razonablemente la cara puesto que su perfil netamente defensivo y las políticas de inversión conservadoras han permitido unas ganancias que en un buen número de casos rebasan la inflación, incluso multiplicándola por dos en ocasiones.

Ha sido en la renta variable donde las desgracias han repartido más decepciones entre los partícipes, ya que con caídas en algunos índices como el Ibex 35 del 39,4%, poco se podía esperar de la capacidad de los gestores para extraer mejores rendimientos. Lo mejor que han podido lograr los gestores de planes de renta variable es minimizar las pérdidas y dejar la cartera con un grado de deterioro menor que el del mercado.

Los pronósticos para 2009 no son de momento, y sobre todo en renta variable, muy fiables, lo que aconseja a los partícipes optar por alternativas de inversión mucho más conservadoras de lo habitual. Los planes de renta fija tanto a corto como a medio y largo plazo han sido en el último año y medio los únicos refugios con capacidad para eludir las pérdidas, aunque a costa de rentabilidades muy bajas, pocas veces suficientes como para combatir con éxito a la inflación. Pero estos planes ofrecen al menos la posibilidad de no incurrir en pérdidas, que es por el momento el escenario que parece más probable en el entorno de la renta variable. La reacción del mercado empezará, sin embargo, por la renta variable y acertar con el momento adecuado es todo un desafío para el inversor. En caso de duda, lo mejor será esperar aunque sea a riesgo de entrar el último en la fiesta.