El 'día después' en Comisiones Obreras
Toxo ha advertido que el sindicato estará 'mucho más en la calle y en la empresa'.
Comisiones Obreras ha decidido prescindir de 'una de las cabezas mejor amuebladas de este país', que es como definió Ignacio Fernández Toxo a su rival, José María Fidalgo, el pasado sábado en su primera intervención como secretario general de este sindicato. A pesar de este reconocimiento público al ex líder de CC OO, y la sana intención de Toxo de integrar a toda costa a las distintas corrientes del sindicato, la grave fractura interna en la organización es más que evidente, y ya no es algo que le toque reparar a un Fidalgo que, no en vano, es traumatólogo de profesión.
Hoy comienza el día después en el primer sindicato del país. Aunque es cierto que 'la historia de CC OO no comienza en el Noveno Congreso Confederal', tal y como recordó el propio Toxo, también lo es que la central, que ya ha vivido varias segmentaciones, nunca había afrontado un mandato con la organización tan dividida como ahora.
Pero esta división en sí misma no es lo que más puede afectar a la marcha futura de CC OO, sino la forma en la que se ha llegado hasta aquí. En concreto, las servidumbres que podrían lastrar a la nueva dirección a causa de los apoyos recibidos, sobre todo, de algunas de las organizaciones y corrientes más reivindicativas, como son Cataluña o el sector crítico.
Así, la primera de las hipotecas a las que se enfrenta Toxo proviene de esta última corriente, que ha representado siempre un modelo de sindicalismo que logró superar, en primera instancia, Antonio Gutiérrez y, después, José María Fidalgo y su equipo. Esta idea la resumía una de las personas que salen de la dirección al opinar que 'es una pena que el sindicato retroceda veinte años en sus planteamientos, después de lo que se ha trabajado por modernizarlo y convertirlo en la primera fuerza sindical del país'. Este resurgir del sector crítico para las tareas de dirección es lo que ha llevado a interpretar a mucha gente que CC OO pueda dar un giro a la izquierda, después de que Gutiérrez consiguiera, no sin mucho esfuerzo, que a la organización se la dejara de conocer como 'el sindicato comunista'.
Sin embargo, y a la luz de su trayectoria, quizás Toxo logre frenar la supuesta radicalización que algunos sectores empresariales temen en el sindicato, ya que ha dado muestras más que suficientes en su larga andadura sindical -que inició a los quince años- de negociación y concertación con gobiernos y patronales, tanto al frente de la Federación Minerometalúrgica como desde la secretaría de Acción Sindical en el equipo de Fidalgo durante los últimos cuatro años.
La segunda de las hipotecas que podría marcar el liderazgo de Fernández Toxo está relacionada con su intención anunciada de 'mejorar la coordinación entre las organizaciones territoriales y la dirección confederal', así como otorgar un mayor reconocimiento a la realidad plurinacional de la sociedad española dentro del sindicato. Es más, según ha reconocido el nuevo secretario general de CC OO, una de las razones que le llevó a disputarle el cargo a Fidalgo fue que, en su opinión, este último 'no ha sabido interpretar el Estado de las autonomías'. Sin embargo, sus pretensiones de dar más protagonismo a las uniones regionales pueden ser una bomba de relojería. De hecho, dentro de CC OO son tantos los que creen que es necesario dicho reconocimiento plurinacional como los que opinan que las exigencias federalistas, fundamentalmente provenientes de Cataluña, pueden ser el principio del fin de la cohesión del sindicato. Es más, hay quien advierte del riesgo de que las tensiones y condicionamientos territoriales del tripartito catalán en el ámbito político sean emuladas en la estructura de funcionamiento de Comisiones Obreras y desemboquen en una especie de independentismo sindical.
A estas dos hipotecas habrá que añadir las dificultades que pueden surgir por el hecho de que la candidatura vencedora esté formada por un grupo de ideologías heterogéneas y que los perdedores estén más cohesionados, lo que podría traducirse en una parálisis a la hora de gobernar el día a día y sacar adelante las propuestas de los ganadores. Esta especie de ingobernabilidad a la italiana podría igualmente traducirse en la necesidad de anticipar el siguiente congreso. Pero, en teoría, esta dificultad se mitigará si, como pretende hacer Fernández Toxo, ofrece algunas de las secretarías más importantes de la organización, como Política Institucional o Acción Sindical, a alguno de los miembros de la candidatura de Fidalgo y éstos las aceptan.
No obstante, una vez advertidos estos peligros, lo único que se sabe a ciencia cierta es que el programa de acción de CC OO para los próximos cuatro años aprobado en el Congreso Confederal es continuista y no da en modo alguno ningún bandazo a la izquierda.
Si bien es cierto que algunos han podido interpretar este giro por la imagen proyectada de Fernández Toxo como 'sindicalista de los de antes', en contraste con Fidalgo, que ha demostrado una actitud más cercana a la de un estadista. En cualquier caso, el nuevo secretario general de Comisiones Obreras ya ha dado algunas pinceladas concretas de lo que será su gestión. El sábado, tras se proclamado en el cargo, enfatizó un mensaje: 'el sindicato estará mucho más en la empresa y en la calle, si es necesario, para defender los derechos de los trabajadores'. Y lanzó firmes advertencias al Gobierno, al que dejó claro que en los próximos días intentará arrancar un mayor incremento del salario mínimo interprofesional (fijado en el 3,5% para 2009); y mostró su fuerte rechazo a la reciente limitación del reagrupamiento familiar de los inmigrantes, de los que dijo que, en tiempos de crisis, necesitan más el calor familiar que los españoles. Con igual firmeza, exigió al Ejecutivo que no sea correa de la patronal, trasladando al Boletín Oficial del Estado (BOE) las reivindicaciones empresariales en materia de recortes sociales.
Son con estos mimbres con los que Fernández Toxo tendrá que liderar el primer sindicato del país en un periodo 'muy complicado', según sus propias palabras. Por ello, sólo queda desearle: suerte, maestro.