_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

¿Es que estamos locos?

Nos enfrentamos a una coyuntura en la que la perplejidad de los economistas ante lo que está ocurriendo es cada día mayor.

Sirvan de ejemplo las propuestas de los políticos de corte liberal para la urgente intervención pública en los mercados, mientras que las posiciones de la izquierda reclaman la no injerencia.

No menos perplejidad genera la pretensión leída sobre la posibilidad hipotética de una acción rescisoria concursal sobre la operación de compra por parte de Martinsa a Fadesa de finales de 2006. Dicha acción, que el ordenamiento jurídico prevé para reintegrar a la masa concursal bienes que salieron a través de operaciones realizadas en perjuicio del patrimonio del deudor en los dos años anteriores a la declaración del concurso, pretendería considerar ineficaz la opa.

Pero, ¿es que nos estamos volviendo locos?, ¿en qué cabeza cabe, no ya desde la perspectiva jurídica, sino desde el simple sentido común, que una operación de carácter público, transparente, en la que Martinsa dispuso de información económico-financiera fiable, dado que Fadesa es una entidad cotizada y, por lo tanto, sometida al control de la CNMV; en la que se pagó una prima razonable en este tipo de transacciones (en torno al 20%); en la que el adquirente era un profundo conocedor del sector y por tanto de las circunstancias de aquel momento, pueda ser anulada?

A esta alturas, nadie tiene la menor duda de que la crisis inmobiliaria está directamente relacionada con el alto endeudamiento de las empresas del sector y con la brusca caída de las ventas. Pero la operación hay que analizarla con la situación del mercado en aquel momento, en el que la euforia llevó a que se realizaran otras muchas transacciones similares: Metrovacesa, Parquesol, Reyal- Urbis, Ferrovial Inmobiliaria, etcétera.

¿No se entendería mejor que los responsables de Martinsa reconocieran su error de cálculo al contraer un elevado endeudamiento para financiar la compra, confiando en que las subidas de precios del mercado compensarían estos costes y harían posible la devolución de la deuda? Sin embargo, se echan balones fuera, y se culpa a las valoraciones que en su día se realizaron de Fadesa por una de las compañías líderes en la actividad de tasación inmobiliaria, con la que por otra parte se decidió continuar para mantener la coherencia.

El precio que se pagó por la opa fue más que razonable en aquel momento, abonándose 35,70 euros por acción. Durante 2006 la cotización había llegado a 33,4 euros (1-2-2006). Cuando se hizo público el acuerdo estaba a 29,55, subiendo al día siguiente a 35,09 (28-9-2006). Durante todo febrero pasó de 36 euros, liquidándose finalmente el 27-3-2006 por los citados 35,70. Desde esa fecha bajó en caída libre por debajo de 30 a finales de abril de 2007 , por debajo de 20 en diciembre de 2007 y a menos de 10 euros al anunciarse el concurso.

Nuestro modelo económico se basa en una seguridad jurídica que garantice el buen fin de las transacciones, algo que no puede estar al albur de los vaivenes del mercado o de la mala gestión de los responsables de compañías. El componente del riesgo es algo intrínseco a la actividad empresarial y tiene que ser asumido con normalidad, tanto por los inversores como por quienes los financian.

Mario Alonso Ayala. Economista y abogado

Archivado En

_
_