Cupones para comer en EE UU
Quedan 43 días para que Barack Obama tome posesión como presidente de los EE UU de América, como a él le gusta decir. Mucha gente está siguiendo esta cuenta atrás como si así se acelerasen las agujas del reloj y mientras eso ocurre los economistas hacen cábalas sobre cómo va a ser su plan de choque y estímulo fiscal para la economía.
Algunos de los elementos de este plan están claros: financiación a proyectos de infraestructura y ayudas a gobiernos locales, extensión de las prestaciones de desempleo y de los cupones de comida. Este último punto es fundamental.
En EE UU, un país de dimensiones continentales y agudos contrastes, hay muchas hogares que tienen alimento en la mesa gracias a los cupones de comida. Las últimas cifras oficiales, dadas a conocer la semana pasada, indican que en septiembre, más de 31,5 millones de ciudadanos, algo más del 10% de la población, usaron estos cupones, el mayor programa de mitigación del hambre, o 'inseguridad alimentaria', que existe en EE UU.
No solo es un 17% más que hace un año sino que también es un nuevo pico con respecto a temporadas como la de los huracanes Katrina y Rita que en noviembre de 2005 pusieron en jaque a buena parte del sur del país. Desde 1960 no se registraba semejante demanda de esta ayuda.
Las autoridades aseguran que esta cifra es alta porque se está atendiendo a personas que sufrieron las consecuencias de los tifones Gustav e Ike, y las inundaciones de este año pero el detalle de los números revela que los mayores crecimientos en la demanda de estos cupones se registraron en Idaho, Florida y Nevada. Los dos últimos son estados en los que la burbuja de la vivienda ha explotado con más virulencia poniendo a las economías domésticas contra las cuerdas.
Como media, estos cupones ayudan con 100 dólares mensuales en la cesta de la compra. Para muchas familias es insuficiente y el mes pasado el USDA, el departamento de agricultura, revelaba que alrededor del 11% de los hogares, tienen problemas para comer lo necesario. Un tercio de ellos tiene que pasar sin alguna de las comidas del día.
Los economistas temen que la crisis económica y el rápido y profundo deterioro del mercado laboral eleven el número de personas que tienen que recibir esta prestación social.
Los que también están notando la presión que la crisis está poniendo en los bolsillos de los más desfavorecidos son las organizaciones no gubernamentales que se dedican a distribuir comida entre los más necesitados.
Desde muchos puntos del país estas organizaciones de voluntarios están experimentando una mayor demanda cuando la oferta (que llega de donaciones) flaquea. El Food Bank (Banco de Comida) de Nueva York, que ya ayuda a 1,3 millones de personas, espera una avalancha de necesitados de sus servicios en comedores comunes de caridad porque sus estudios les hacen prever que un 20% de neoyorquinos 'no pueda permitirse comida inmediatamente tras perder sus ingresos domésticos'.
The New York Times aseguraba el mes pasado que de junio a septiembre la demanda de ayuda alimentaria había crecido en un 20% en zonas con economías saludables y un 40% en las que la situación es más difícil. Ante tal situación la caridad será insuficiente y a Obama no le quedará más remedio que repartir más cupones.