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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Réditos de los planes de rescate

Los severos ajustes de las cotizaciones de las empresas en todos los mercados del mundo han convertido en aparentemente atractivas a todas ellas para la inversión a largo plazo. Sin embargo, la nula visibilidad sobre el desenlace de la crisis impide hacer apuestas certeras sin correr más riesgos de los que los asustados inversores están dispuestos a asumir. El único criterio seguro en manos de los líderes de mercado es que hoy queda un día menos que ayer para que se despeje la situación financiera. Pero la espesura de las dificultades financieras y los nulos resultados que han proporcionado los planes de rescate bancario dificultan la toma de decisiones firmes en los mercados financieros. Pese al recorte de casi un 50% en los precios de las acciones en todas las Bolsas del mundo, nadie se atreve a decir que se ha tocado suelo en los índices: el riesgo de que lo que se considera una recesión se convierta en depresión está vivo.

Mientras se despejan tales dudas y los análisis técnicos dilucidan si el mercado se desliza por la sima de los mínimos de 2003 (poco más de 5.000 puntos para el Ibex) o si absorbe la mitad de la pérdida de este año en una semana, los especialistas miran con lupa los efectos que pueden tener los estímulos fiscales e inversores de los Gobiernos en las empresas, para buscar oportunidades, aunque sean limitadas y de muy corto plazo.

En España, la gran mayoría de los esfuerzos presupuestarios se han puesto a disposición de la banca, dada la ausencia de liquidez en los mercados monetarios. Los compromisos presupuestarios, unos ejecutables de inmediato con la emisión de deuda pública y otros como simples garantías, llegan a los 230.000 millones de euros. A ellos hay que sumar las líneas abiertas por el ICO para garantizar circulante y crédito a las empresas, así como las rebajas impositivas y alivios hipotecarios para empresas y particulares.

Pero, mientras que estos paquetes se destinan a recomponer la confianza y funcionar como paracaídas que eviten golpes más fuertes en la actividad, la inversión de 8.000 millones de euros en obra civil en los 8.000 ayuntamientos puede revitalizar los ingresos de las empresas constructoras y tener un reflejo en sus cotizaciones. Ninguna de las grandes constructoras españolas ha abandonado su división de construcción civil, pese a la expansión de sus negocios hacia los servicios o la provisión energética. El flujo razonable de ingresos que proporciona sin consumir capital lo convierte en un elemento aún imprescindible en las constructoras españolas.

Si, además de los 8.000 millones de euros que los ayuntamientos tienen que tener trabajando antes del 13 de abril, se intensifican los proyectos del Plan Estratégico de Infraestructuras y Transportes (en el último año se han recortado las inversiones por la peor disponibilidad presupuestaria), los negocios de las constructoras lo notarán. Las empresas mejor situadas para ello son ACS y FCC. Pero todas dispondrán de un pastel más voluminoso si todos los Gobiernos optan por mover la máquina de la inversión en infraestructuras, puesto que todas disponen de divisiones internacionales para la ejecución de proyectos de gran envergadura. Es una forma razonable de contrapesar el lastre en la cotización que ejercen sus pesados endeudamientos.

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