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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Otra indecencia del Real Madrid

Si hay alguna empresa en este país que demuestra, temporada tras temporada, su incapacidad para gestionar a sus profesionales de élite, esa empresa es el Real Madrid. Se supone que tiene en nómina a los mejores jugadores, a los que paga más que bien. Ya quisiera cualquier profesional o cualquiera de los aficionados que siguen al equipo todas las semanas ganar, a lo largo de toda su trayectoria, la mitad de lo que se embolsa al año, por ejemplo, Raúl con más de seis millones netos. Y encima no rinden y están insatisfechos. Es de vergüenza.

Unas veces no se entienden con el entrenador, al que contradicen con estúpidas pataletas sus decisiones, otras con el presidente, otras llegan tarde o ni se presentan a los entrenamientos, muchos no siguen la disciplina que impone el club y la mayoría de las veces estos chicos no se aguantan ni a ellos mismos. ¿Se imaginan que esto ocurriera habitualmente en el mundo de la empresa? Los días de esa compañía, pero también los de esos profesionales caprichosos estarían contados. Pero lo que ya es de risa es que salga el presidente, Ramón Calderón, y la junta directiva a ofrecer a estos muchachos más de 100.000 euros de prima a cada uno si ganan siete partidos consecutivos. Es decir, calderilla. ¿Qué supone esa cifra para unos jugadores de caché multimillonario? Nada, pero es que además esta iniciativa es un insulto si se compara con las nóminas que cobran otros jugadores de Primera División, que reciben una compensación económica mucho más baja y encima corren por el campo que se las matan. No imagino al presidente de ninguna organización tirando de chequera para que sus empleados, retribuidos muy por encima de la media del mercado, se sientan animados para cumplir con los objetivos encomendados, que en este caso no es ni más ni menos que ganar partidos.

Además, se supone que quiénes juegan al fútbol tienen vocación profesional desde que eran niños y, por tanto, deberían estar contentos de dedicarse a lo que siempre han soñado. Con la cantidad de personas que tienen que emplearse para subsistir en aquello que no les gusta y encima lo hacen con gran profesionalidad, lo de los jugadores del Madrid es un insulto.

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