Ahora, a por la economía real
El mensaje no puede ser más claro: las autoridades están dispuestas a poner todo de su parte para tratar de combatir la crisis económica. No sólo inyectando dinero en los bancos para evitar su quiebra -como hemos visto en Citi- sino también utilizando las herramientas disponibles para estimular el consumo, una de las claves para reactivar cuanto antes la economía.
Por lo pronto, el Tesoro estadounidense anunció ayer un ambicioso plan por valor de 800.000 millones de dólares para promover el aumento del crédito entre particulares y empresas, con el objetivo de incentivar la inversión empresarial y el consumo privado.
En una línea similar se ha manifestado el presidente del Gobierno español, que mañana presenta en el Congreso un nuevo plan de incentivos económicos para los próximos dos años. Desde Bruselas debe emanar también hoy un plan de estímulo económico para reactivar la maltrecha economía europea.
En los últimos meses los Gobiernos occidentales han recibido no pocas críticas por los carísimos planes de salvamento para el sector financiero, y se han utilizado argumentos, no sin cierta demagogia, con los que se acusaba a las autoridades de ayudar a los multimillonarios banqueros mientras se dejaba de lado al ciudadano de a pie.
El rescate de la banca era imperativo, porque el sistema financiero es la savia que permite canalizar los recursos entre los diferentes actores de la economía real. Otra cosa es que para llegar a esta situación se hayan hecho las cosas mal y se haya regulado poco o nada.
Poco a poco, gota a gota, parece que sí, que los problemas de la banca pueden llegar a solucionarse.
Ahora es momento de combatir los problemas de la economía real, los del ciudadano de a pie. Y en eso estamos. La incógnita es saber si todo el esfuerzo -principalmente vía déficit- surte el efecto deseado. Lo que aún está por ver.