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Juan Luis Arsuaga

'Sólo puedo trabajar con gente que me quiere'

Su humanidad resalta enlapersonalidad deuncientífico acostumbrado a trabajar con el legado de nuestros antepasados. La ética y la decencia son sus recetas para salir de la crisis.

Atapuerca. El nombre de esta sierra burgalesa estará unido para siempre al de Juan Luis Arsuaga, el paleontólogo que dirige el equipo que realiza las excavaciones donde se han hallado restos de nuestros antepasados que han aportado nueva luz al origen de la humanidad. Humanidad es precisamente una de las palabras preferidas de Arsuaga, que reclama un comportamiento más ético como salida a la crisis. El catedrático de Paleontología de la Universidad Complutense de Madrid rechaza la agresividad en las relaciones laborales y, por contra, apela a la amistad como base de un equipo.

Los investigadores se podría pensar que están en el lado opuesto de la presión a la que están sometidos los directivos en las empresas.

Todo lo contrario. La ciencia es el mundo más competitivo que existe. Es una carrera por las publicaciones, por el espacio en las revistas especializadas. Es estresante. La gente tiene una idea muy equivocada del trabajo de un científico. Es de lo más competitivo que hay. Fíjate que competimos por el espacio físico de las revistas, por cada centímetro. Competimos con nuestros artículos por ocupar ese espacio. Competimos todo el tiempo. ¡Es agobiante! ¡Es una carrera al límite! La gente tiene una idea de la ciencia como una actividad relajada que es el polo opuesto de la realidad. La ciencia es una competición, y no hay medalla de plata. Sólo de oro.

¿Y cómo se motiva a un equipo para que participe en esa carrera tan exigente? ¿O la gente que llega a esos niveles lo lleva implícito?

Conviene que tenga ese espíritu. En la ciencia en general. Si no tienes una gran determinación, una gran motivación, no puedes seguir el ritmo. Contaré una anécdota de un amigo de la universidad que se dedicaba a la filología hebrea, aparentemente una cosa muy descansada. Un día me lo encontré en un avión y le pregunté: '¿Qué tal la filología?', y me contestó 'No, no, si ahora trabajo en una empresa y soy un hombre feliz, ¡por fin! ¿Tú sabes lo que es estar allí con los documentos hebreos, con las palabras, a ver si acierto, si no acierto, intentando... Luego vas a un congreso, te salen siete tíos, te preguntan, te cuestionan, te dicen eso no es así, esa palabra tiene otra interpretación... Es el examen diario. Ahora soy feliz, estoy en una empresa, nadie me examina todos los días, no estoy angustiado con mi tema de investigación..., llevo una vida más relajada'.

Es como luchar contra la competencia.

Con el matiz de que nosotros competimos siempre con los mejores. Con Oxford, con Harvard, con Yale. Y siempre por la medalla de oro. Y siempre lo ha sido, no es una cosa reciente. La ciencia es la máxima exigencia. Son las mejores mentes pensando sobre los mismos problemas, analizando para ver a quién se le ocurre antes la solución. No te puedes dormir ni un minuto.

Choca quizá esa presión con la paciencia que parece ser necesaria en el trabajo por el que usted es más conocido: los hallazgos de Atapuerca.

No, paciencia es una cosa muy relajada. Hace falta atención, concentración, conocimiento para saber por dónde tirar. Un yacimiento es como una ecuación matemática. Está lleno de incógnitas. Tienes que ir despejándolas para entenderla. Los yacimientos hay que interpretarlos, entenderlos, no excavarlos. Es un trabajo intelectual, por contra a lo que se piensa.

¿Cuál es su forma de dirigir o de coordinar a este equipo?

Yo confieso que sólo puedo trabajar con gente que me quiere. No puedo trabajar con gente a la que no conozco o que me resulta indiferente. Necesito estar rodeado de afecto. Yo lo doy y lo necesito. Pero, insisto, no quiero hacer una teoría de esto. Mi equipo y yo, que somos más de 20 personas diariamente, estamos unidos por lazos de afecto. Sólo sé trabajar así, pero el tipo de trabajo que hago es muy especial. Si me nombrasen jefe de ventas de El Corte Inglés, pues tendría que apechugar. He rechazado situaciones de ese tipo, de dirigir equipos que yo no había creado y con los que no estaba emocionalmente implicado.

Eso limita la entrada en proyectos nuevos.

Es que, quiero que se entienda, un científico es un explorador, un navegante. Su trabajo consiste en internarse en las tinieblas, en lo desconocido, y arrojar luz. Es lo más parecido a una aventura. Una aventura intelectual, aunque en mi caso también lo es real. Es una navegación por mares procelosos y necesitas una buena tripulación en la que se pueda confiar.

¿Cómo consigue poner al alcance del público temas tan complejos como hace usted normalmente?

Es que la gente es muy lista, es muy inteligente. Solo hay que motivarla. La gente sabe mucho de válvulas de los coches, de lo que yo no tengo ni idea. Aquí el más tonto te dice cuántos cilindros tiene un coche. Yo no sé nada del motor, no sé lo que hay debajo del capó. La gente, cuando quiere... Hay gente que se sabe los nombres de todos los jugadores de la primera división de fútbol de España. ¡Y de los suplentes! ¡Y dónde jugaron antes! La gente, cuando tiene interés, es muy inteligente. Otra cosa es que le interese.

Sobre la crisis, ¿cómo debemos encarar los próximos años?

Hay que ser personas decentes. Hay que volver a los valores que nos enseñaron nuestras madres. ¿A alguno le dijo su madre: 'Aplasta a los demás, sé egoísta, especula... Verás que bien te irá en la vida?'. ¿Eso es lo que te enseñó tu madre? Pues no. Alguna vez trendemos que pensar en eso. Esto no es lo que nos enseñaron nuestras madres.

'Publicar en revistas es darwinista'

Juan Luis Arsuaga cree que se pueden hacer ciertas analogías entre el mundo de los negocios y la teoría de Darwin. Y pese a que reconoce que en la sociedad sobreviven los más fuertes, advierte que el hecho de ser humanos nos obliga a proteger a los débiles. 'No a los vagos o a los caras, pero sí a los débiles, porque todos lo seremos algún día'. Siguiendo con la teoría de la evolución, Arsuaga también califica de darwinista la publicación de artículos científicos en las revistas especializadas. Una carrera en la que al menos una vez él consiguió la medalla de oro, al lograr la portada de Nature por los hallazgos de Atapuerca.

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