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Estados Unidos

Detroit confía en lograr una ayuda de 25.000 millones de Washington

Rick Wagoner, Robert Nardelli y Alan Mulally, presidentes de GM, Chrysler y Ford, respectivamente, se dieron cita ayer ante una comisión del Senado. El objetivo era tratar de convencer a los senadores de la necesidad de establecer una ayuda para evitar el colapso de una de estas empresas. De producirse este colapso, a su juicio, terminaría siendo mucho más costoso para una economía tan vulnerable la de EE UU. El presidente del sindicato de la automoción (UAW), Ron Gettelfinger, también estaba citado para la misma comparecencia, que comenzó al cierre de esta edición.

Los ejecutivos de las tres automovilísticas esperan volver a Detroit con una ayuda urgente de, al menos, 25.000 millones de dólares (19.800 millones de euros) con la que poder seguir operando mientras revisan su modelo de negocio. Sin este dinero, GM tendrá dinero en su caja para mantener la actividad sólo hasta finales de este año.

GM es la que está en una situación más complicada, pero Mulally afirmó ayer en la cadena de TV CNBC que la bancarrota de una de las tres automovilísticas afectará negativamente a las otras, y que este proceso de supervisión judicial, que muchos analistas y políticos creen que es el mejor escenario para GM, es el camino de la liquidación para una automovilística.

Quienes comparten el punto de vista de Mulally argumentan que nadie compra un coche (la segunda inversión más importante tras una casa) de una empresa en esas circunstancias y esta industria necesita volumen para sobrevivir porque tiene unos márgenes muy bajos.

Pero la tarea que tienen los de Detroit en Washington es muy dura, porque los demócratas -los más favorables a esta ayuda- no pueden sacarla adelante por sí solos; y los republicanos y la propia Casa Blanca están en contra de una de las iniciativas del Senado que contempla dar un crédito puente con cargo al TARP, el plan del secretario del Tesoro, Henry Paulson, de salvamento de la banca dotado de 700.000 millones. Ayer, en otra comparecencia en la cámara de Representantes, Paulson se mostró contrario a esta posibilidad. El Gobierno cree que la ayuda para estas empresa ya está aprobada y es un crédito que tienen de 25.000 millones de dólares para adaptar sus productos a tecnologías más eficientes. Los demócratas de la cámara de Representantes quieren aprobar un crédito, con condiciones, por otros 25.000 millones directamente destinado a cubrir sus necesidades. Los republicanos no quieren que se ayude a empresas que no son viables o tienen un plan de viabilidad. El republicano Richard Shelby no deja de afirmar que dar una ayuda solo pospondrá lo inevitable.

Los economistas creen que la caída de una empresa se dejará sentir en toda la cadena de proveedores de toda la industria en general. Por eso, hasta los competidores creen que la ayuda, con límites, es necesaria. Economistas como Mark Zandy, de Moody's, afirma que la quiebra de las tres de Detroit puede suponer la pérdida de 2,6 millones de empleos.

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