Los resultados aguantan
Las empresas del Ibex están capeando el temporal. Al menos de momento. Durante los nueve primeros meses del año, las 35 empresas aumentaron en conjunto sus beneficios un 8% respecto al mismo periodo del año anterior. Sin embargo, no hay que ocultar que la media esconde un deterioro en los últimos tres meses, cuando los beneficios se redujeron un 10% respecto al mismo periodo de un año antes. Ante la profunda crisis actual, es alentador, sin embargo, que las grandes empresas españolas estén en beneficios cuando la economía española ha decrecido. Según confirmó ayer el Instituto Nacional de Estadística (INE), entre julio y septiembre el PIB fue negativo en dos décimas.
Los próximos meses se presumen más duros todavía. Organismos como el FMI, la OCDE o la Comisión Europea descuentan que el próximo trimestre se repetirá el decrecimiento en la economía, lo que supone que España está técnicamente entrando en recesión. No obstante, el problema no radica en el comportamiento del mercado nacional. Aunque las empresas del Ibex tienen un alto porcentaje de diversificación geográfica, la confluencia de la recesión en las grandes economías europeas, principales compradores de las exportaciones españolas, dificultará en parte compensar las caídas del mercado interior.
Cabe esperar que la tendencia de reducción de beneficios iniciada este trimestre continúe en los próximos. Si en este tercer trimestre tan sólo dos sociedades -Ferrovial y Acerinox- han tenido pérdidas, no debe sorprender que se sumen a la lista otras los próximos trimestres.
La Bolsa ya lo viene descontando. Tras el fuerte nerviosismo y exacerbada volatilidad que siguió a los amagos de quiebras de grandes bancos europeos y estadounidenses, los mercados empiezan a pensar a medio plazo. Y la recesión económica pesa en exceso, lo que sin duda pasará factura a los resultados de las empresas. Eso justifica, en parte, que los analistas apuesten por una tendencia bajista para los próximos meses y, sobre todo, por un altísima volatilidad. Los inversores deben prepararse para continuar padeciendo escenas de pánico y euforia en cortos periodos. E invertir en consecuencia.
Pero también es lógico poner fecha al inicio de la recuperación, y la mayoría de los expertos confía en que a partir del segundo semestre del año próximo se producirá la inflexión. De ser así, los resultados empresariales no tienen por qué resentirse más allá del año próximo, cuando previsiblemente la economía retomará su impulso. La rebaja en el precio del petróleo -el Brent ya ha tocado los 50 dólares el barril- y unos tipos de interés mucho más bajos ayudarán a reactivar la economía. Eso contribuirá a que las familias vuelvan a consumir, lo que animará a las empresas a reactivar las inversiones.
Aunque todo queda pendiente de la normalización de los mercados de capitales. Hasta que los bancos no dispongan de suficiente liquidez, será imposible que el crédito se extienda. Y sin financiación la economía continuará exangüe. Es importante que la reunión de este fin de semana en Washington contribuya a devolver la confianza en el sistema financiero.