Argumentos para Washington
Tras una intensa campaña en la que se han utilizado elementos abstractos para defender la presencia de España en la cumbre del G-20 los días 14 y 15 en EE UU, el Gobierno debe tejer ahora un argumentario riguroso para hacerlo valer en un foro en el que hay más presencia política que conocimiento económico y financiero. Sólo al final de la carrera, la diplomacia española empezó a agitar la excelencia del sistema financiero español, tanto por la capacidad profesional de gestión como por el rigor en la supervisión, como equipaje para asistir a la cita de Washington, aunque sea en la silla cedida por Sarkozy.
Que nadie espere que de las dos jornadas americanas va a salir la refundación del capitalismo, y que se conforme con que se logre un compromiso con calendario para que los poderes públicos hagan a nivel global lo que hasta ahora sólo han hecho en algunos negocios y en algunos territorios: supervisión financiera para mantener bajo control el riesgo. El mercado seguirá siendo el que asigne los recursos, porque hasta ahora ha sido el mecanismo que ha proporcionado el progreso de los países ricos en el siglo XX y en buena parte de los pobres cuando la globalización derribó las fronteras del planeta en el XXI. El mercado debe aceptar mecanismos de disciplina tutelada por el Estado, pero no que le sustituya hasta autodestruirse.
España debe defender en el G-20 la extensión de su modelo financiero, aprovechando la campaña que a última hora ha hecho en su favor la prensa anglosajona. Pero debe defender también una supervisión única para todas las instituciones financieras que operan en el mercado global, tal como exigió Gordon Brown; poner a las agencias de calificación de emisiones bajo tutela de la autoridad supervisora y poner coto a los excesos de los mercados de derivados. Pero el presidente debe mantener un ojo en España mientras esté fuera de ella y atender a las peticiones que todos los agentes le han transmitido. La recuperación de la economía real depende de ello, aunque recomponer la confianza en el sistema financiero mundial sea para ello imprescindible.