Una víctima más de la crisis
Entre las numerosas víctimas que está dejando en la cuneta esta crisis financiera, hay un activo que está sufriendo con especial virulencia las iras del mercado: el fondo de inversión. Durante años, los fondos han sido el vehículo de inversión estrella, sobre todo desde el momento en que cambió la legislación para permitir el cambio de un fondo a otro sin tributar por las plusvalías hasta el reembolso completo de la inversión.
De un tiempo a esta parte, sin embargo, los fondos de inversión han caído en desgracia. No tanto porque los inversores les hayan dado la espalda, que también, como porque las entidades financieras, comercializadoras de productos, tienen en estos momentos otras necesidades, básicamente la captación de pasivo para fortalecer sus balances.
Se ha producido, de hecho, un cóctel explosivo. Por un lado, bancos y cajas necesitan obtener financiación de los pequeños ahorradores al no encontrar fondos en el mercado interbancario. Por el otro, esos pequeños ahorradores buscan seguridad en un momento de incertidumbre extrema que se ha traducido en una caída de casi el 40% de la Bolsa en lo que va de año.
La coyuntura invita a refugiarse en el depósito, que es precisamente lo que necesitan los bancos. Y ahí los fondos tienen todas las de perder. El volumen gestionado por los fondos españoles ha sufrido un descenso del 26,9% desde comienzos de año. Es decir, que más de uno de cada cuatro euros invertidos en la industria se ha volatilizado entre reembolsos y pérdida de valor de las carteras.
Y es realmente una pena, porque ha costado muchos años conseguir transformar, aunque sea levemente, el perfil de los españoles para hacerlos un poco más inversores y menos ahorradores. Pero el mercado es el que es, y cuando llegan las crisis, son capaces de barrer de un plumazo el esfuerzo económico y formativo de varios años. Habrá que esperar tiempos mejores para comenzar a construir, de nuevo, una base inversora madura y diversificada.