Aunque el rebote vaya en serio
La caída de las perspectivas económicas en este otoño de pesadilla parece no tener freno. Las lecturas de los índices de gestores de compras por debajo de los 40 puntos coinciden con las expectativas de que los indicadores de producción industrial marquen caídas del 10%. Los problemas financieros de América Latina y la creciente desaceleración de China -ha eliminado las restricciones al crédito- hacen difícil encontrar un lugar en el mundo donde la producción no baje.
Aunque no es esta época de andar descartando escenarios, es cierto que un desplome de este calibre en la producción de cosas no parece muy sostenible en el tiempo. Es razonable que si la caída ha sido muy rápida se experimente una breve recuperación allá por 2009. Aunque sólo sea porque empiece a funcionar el famoso efecto escalón, es decir, porque las cifras de 2009 se compararán con las de un 2008 que no está siendo espléndido y porque las compañías, tras el desplome inicial en producción y órdenes, tienden a ajustarse a un escenario de menores ventas.
Una cierta mejora de las cifras de producción sería, seguramente, una buena excusa para estimular los siempre sensibles mercados financieros. Pero, más allá de operaciones a corto plazo, el inversor no debería llamarse a engaño demasiado pronto; incluso en enero de 1930 mejoró la producción industrial y los mercados subieron un 46%, pero después regresaron a mínimos.
Existe, además, un factor con el que nadie quiere lidiar, y es el desapalancamiento de las posiciones de grandes inversores, las carteras construidas al calor del crédito fácil. En los últimos días son numerosos los analistas que apuntan que las desinversiones en Bolsa por parte de hedge funds han hecho buena parte del camino. No ocurre lo mismo con las inversiones en activos menos líquidos, atrapadas sin mucha opción de escape.
En todo caso, de ser cierto que los fondos han vendido lo que tenían que vender, se eliminaría un importante obstáculo para quien quiere entrar en Bolsa. El rebote se haría verosímil a medida que se percibe menos presión vendedora. Puede ser interesante, pero muy peligroso, navegar sobre esta ola. Pero si se consolida un rebote fuerte, tampoco debe llevar a conclusiones erróneas sobre la gravedad de la situación.