'La ayuda del FMI frenará los ataques a la divisa húngara'
La voz tranquila y segura del joven ministro de Economía Gordon Bajnai (Szeged, 1968) contrasta con los titulares de los periódicos húngaros que hablan de colapso financiero y temen que la quiebra sufrida en Islandia se reproduzca en Hungría.
En 1989 Hungría vivía bajo el manto de la Unión Soviética. Hoy, 19 años y cuatro crisis económicas más tarde, el país del Este se enfrenta a una nueva crisis originada en las entrañas del capitalismo. Gordon Bajnai, en un encuentro con periodistas españoles, se muestra confiado en que la ayuda internacional del FMI, la Unión Europea y el Banco Mundial -que asciende a 20.000 millones de euros- permita frenar los 'ataques especulativos' que han depreciado la moneda local y sembrado el fantasma de la bancarrota.
¿Teme que Hungría pueda sufrir una quiebra similar a la acontecida en Islandia?
Hungría sólo se parece a Hungría. La única semejanza con Islandia es que ambos países tenemos una gran cantidad de aguas termales. A diferencia de Islandia, nosotros somos miembros de la UE, la deuda pública en Hungría es mucho más baja y nuestro sistema financiero es estable.
Pero ambos países han sufrido una depreciación espectacular de la moneda.
Hungría ha sufrido ataques de especulación debido al pánico desatado en los mercados. La confianza es la base de la economía capitalista y cuando ella falla, los inversores toman decisiones no racionales.
¿En qué destinarán los fondos prometidos por el FMI?
El convenio con el FMI y otros organismos internacionales servirá para frenar los ataques especulativos contra nuestra moneda. Con ese dinero construiremos un obstáculo financiero que frene la especulación porque hay personas que están jugando con el forinto para ganar grandes sumas de dinero con los tipos de cambio.
¿Y no utilizarán ese dinero para la recapitalización de los bancos?
No hace falta. El 80% de los bancos que operan en Hungría pertenecen a capital extranjero de países de la UE que ya han sido estabilizados por sus gobiernos.
¿Sigue en pie el objetivo de entrar en la eurozona en 2010?
Si algo nos ha indicado esta crisis es que Hungría necesita entrar cuanto antes en la zona euro. No me atrevo a decir una fecha porque toda la Unión Europea está viviendo un momento de incertidumbre.
¿La situación actual puede dificultar el cumplimiento de las exigencias europeas para entrar en la zona euro?
En los últimos dos años hemos hecho un gran esfuerzo para reducir nuestro déficit y este año ya nos situaremos en el nivel que impone Maastrich, menor al 3%. Y seguiremos por el mismo camino.
¿Cómo, en un momento en el que todos los países recurren al déficit para estimular la economía, ustedes pretenden seguir con el ahorro?
Disponemos de los fondos de cohesión que tan bien funcionaron en España. En los próximos cinco años, Hungría tendrá acceso a 30.000 millones de euros. Ello nos permitirá impulsar infraestructuras, aumentar el desarrollo de las empresas y mejorar los recursos humanos. En fin, nos servirá para agilizar la demanda. Podemos actualizar los libros de Keynes de los años 30.
Sin embargo, en los últimos años la deuda pública ha aumentado hasta alcanzar el 65,7% en 2007, según Eurostat, por encima de lo estipulado en Maastricht.
La norma europea dice que la economía debe mostrar una tendencia de reducción de la deuda pública. En los próximos años obtendremos superávit primario, es decir, antes del pago de intereses, y ello reducirá la deuda.
La semana pasada subieron los tipos hasta el 11,5%. ¿Teme que ello perjudique a la inversión?
La subida de tipos es un fenómeno coyuntural para luchar contra la especulación y es competencia del Banco Central de Hungría. Aun así, cuando se restablezca la estabilidad económica creo que se reducirán notablemente.
Un país que sabe, y mucho, de crisis
Con cierto tono jocoso, el ministro de Economía húngaro, Gordon Bajnai, asegura que esta es la tercera o cuarta crisis que vive Hungría en los últimos 18 años. Así, a diferencia de los europeos occidentales, la población húngara conoce 'la metodología para sobrevivir a una crisis'.Después de la caída del régimen comunista, Hungría suprimió centenares de miles de puestos de trabajo y desaparecieron sectores enteros de la economía que sin el gran cliente que era la URSS no tenían razón de ser.Desde entonces, el país ha sufrido diversas crisis y se ha mostrado, dentro del grupo de países emergentes, como el menos dinámico. Uno de sus problemas endémicos es la tendencia inflacionista de su moneda, el forinto. De 1993 a 1995, el IPC anual superó el nivel del 20%. Políticos y empresarios coinciden en que ello se debe a que la cultura financiera de la población húngara opta por el consumismo y desdeña el ahorro. Es la consecuencia de vivir durante años dentro del régimen comunista.La población recurre masivamente a los préstamos para consumir y, como el forinto tiene unos tipos de interés tan altos, se decanta por créditos en francos suizos o euros. Con la depreciación del forinto, que en tres meses ha perdido un 20% de su valor, la población sufre ahora el encarecimiento de cuotas.La próxima semana el primer ministro, Ferenc Gyurcsany, acudirá a Madrid para mostrar a empresarios españoles que Hungría es, a pesar de la crisis global, un país atractivo para invertir. Actualmente, la balanza comercial con España favorece en más de 1.000 millones al país del Este.