Sarkozy promueve más subsidios a parados jóvenes y que encadenen empleos
El presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, pidió ayer 'más justicia' en la indemnización del desempleo, y propuso subsidios para los jóvenes que no hayan cotizado lo suficiente y para las personas que encadenan contratos temporales. Sarkozy, que presentó en Rethel un paquete de medidas a favor del empleo frente a la crisis, anunció un aumento en 2008 de los contratos subvencionados, tras admitir que hay personas que, sin ayudas, no pueden encontrar trabajo en las empresas.
El jefe del Estado afirmó que 'se va a crear una verdadera seguridad social profesional' por la que a lo largo de toda la vida profesional se desarrolle la capacidad para reinsertarse en el mercado de trabajo en caso de perder el empleo. 'Perder un trabajo no es grave si se sabe que se va a encontrar otro', indicó en un momento en el que cada día se dan a conocer planes sociales de empresas que despiden a sus empleados a causa de la crisis. Esas medidas van en la línea de la llamada flexiguridad, recomendada por la Comisión Europea.
A ese respecto, Sarkozy advirtió de que no aceptará 'estrategias cínicas u oportunistas' de empresas que 'aprovechen la crisis' para llevar a cabo reestructuraciones, al tiempo que indicó que la Administración debe 'anticipar y gestionar' esos planes sociales.
Sarkozy insistió en que quiere que sindicatos y patronal acuerden 'una indemnización del desempleo más justa que incite más al retorno al empleo', y en ese sentido se pronunció por favorecer la situación de los jóvenes y de las personas que encadenan contratos temporales. Para los primeros, apoyó la idea de un subsidio fijo que se pagaría a cuenta de los derechos futuros de cotización, y para los segundos dijo que se sumarán los periodos de cada contrato temporal para el cálculo de los derechos de indemnización a partir de seis meses de trabajo.
Sobre los empleos subvencionados, el presidente francés explicó que el presupuesto del año próximo incluirá 330.000, es decir, 100.000 más de lo previsto, en lo que supone la recuperación de una política que él mismo había criticado con dureza cuando la puso en marcha el Gobierno del primer ministro socialista Lionel Jospin (1997-2002).