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Antonio González-Adalid

'La industria nos puede salvar de la crisis'

Madrileño,de 58años, este ingeniero naval ha desempeñado a lo largo de su carrera destacados puestos, como la presidencia de Enagás. Reconoce, con cierta preocupación, que la crisis actual puede acentuarse si desciende el consumo.

Desde su elegante despacho de consejero delegado y vicepresidente de Cartera Industrial Rea, habla de forma reposada, con la tranquilidad que da el haber vivido momentos de dificultad. Antonio González-Adalid ha desarrollado su carrera profesional dentro del sector energético, donde ha ocupado cargos relevantes en el grupo Repsol, además de la presidencia de Enagás. Ahora está centrado, a través de la sociedad de inversiones a la que pertenece, en analizar empresas con el fin de tomar participaciones superiores al 5% y tener presencia en los consejos de administración.

¿Cómo ve usted la actual crisis económica?

Lo primero que tengo que decir es que nunca llovió que no escampara. Lo cierto es que se trata de una situación nueva y grave. Nueva porque hasta ahora no se había planteado una crisis financiera de confianza, y grave porque repercute en la economía real. Vamos a pasar una temporada dura debido a las reducciones en la demanda de la economía real. Dicho esto, la actual crisis no es peor que otras, lo que sucede es que llevábamos unos años mal acostumbrados. Recuerdo la crisis del petróleo de los años setenta, la de los años noventa, y fueron igual de duras. Lo que nos espera es una temporada mala que requerirá de un gran esfuerzo por parte de todos.

¿Cómo se saldrá de ella?

Saldremos de ella muy cambiados, seremos muy diferentes, ya que el reparto de papeles y de actividades debido a la deslocalización será distinto. En España, la situación será más preocupante porque además tenemos, por ejemplo, una gran dependencia energética.

¿Intervendrán nuevos actores?, ¿cómo será el reparto de papeles?

En las empresas habrá cambios profundos, habrá fusiones y alianzas, y otras organizaciones podrían desaparecer. Detrás de la crisis financiera hay una crisis de liquidez y también de solvencia, aunque gracias a los fondos de garantía los activos perjudicados están en buen camino. Lo que más me preocupa es la crisis en la economía real, que está empezando a asomar. Los meses de septiembre y de octubre en términos de demanda han sido preocupantes, la gente tiene miedo a consumir.

¿Es ahora un buen momento para que se fragüen auténticos líderes?

Por supuesto. Es en las crisis cuando se prueba el verdadero liderazgo. En circunstancias normales no tiene ningún mérito porque todo transcurre con normalidad. En cambio, cuando las cosas se ponen difíciles es cuando se ve la verdadera talla de un líder.

¿Qué tipo de líder se requiere en estos momentos?

En estos momentos, lo principal es que se recupere la confianza, así que se pide al líder que tenga disposición para resolver este problema. Vivimos situaciones diferentes de las vividas en otras ocasiones. Por tanto, se exige una gran capacidad de innovación. Las recetas del pasado ya no sirven, se requieren nuevas aportaciones porque la situación es distinta. Lo primero que hay que hacer es restaurar la confianza y después resolver los problemas mirando el largo plazo. Yo no soy economista, pero recientemente asistí a una conferencia que ofreció un importante economista español que aseguró, con datos, que la crisis que estamos viviendo es la menos importante de las que se recuerdan.

¿Por qué lo decía?

Porque en otras crisis el crecimiento era negativo. Sin embargo, esta crisis es más mediática, es global y tiene un elemento nuevo como es el financiero. Parece menos importante que otras.

Debido a los últimos acontecimientos, ¿se ha dejado aparcado el interés por emprender negocios en los países asiáticos?

En la solución de la crisis habrá que tener presente a estos países y reconocer su papel en la economía como productores y exportadores. No se puede gestionar esta crisis de espaldas a los países conocidos como BRIC Brasil, Rusia, India y China. Hay que tenerlos muy presentes porque nos van a ayudar.

Con la caída de la construcción y del sector inmobiliario, ¿en qué actividades debe centrarse España para salir adelante?

Soy un gran defensor de la industria, es lo que nos puede salvar. Todos los países avanzados, como Alemania, Reino Unido o Francia, tienen muy desarrollada la tecnología, pero también tienen una industria fuerte. En los últimos meses me ocupo de observar empresas en las que invertir y creo que es necesario potenciar y apoyar la industria.

Desde hace tres años preside la Asociación de Antiguos Alumnos del IESE, y eso le permite testar las preocupaciones de las nuevas generaciones de profesionales.

Hablo mucho con los jóvenes, con los hijos de mis amigos, y les preocupa mucho la toma de decisiones, sobre todo las que van a marcar sus vidas, porque elegir correctamente la actividad que van a desarrollar es un gran compromiso para el resto de sus vidas. Cuando entras en un determinado sector es muy difícil orientar tu carrera hacia otra actividad.

¿Qué consejo suele darles?

Siempre les digo que tengan paciencia. Mucha gente pretende gestionar todo, incluida su carrera, a gran velocidad, y siempre les digo que todo tiene que tener un ritmo. Y el trabajo bien hecho es lo que al final destaca. No hay que tener prisa por conseguir las cosas. Yo he estado muchos años en el grupo Repsol y muchas veces puede parecer, sobre todo cuando trabajas en una gran compañía, que todo se produce de manera lenta, que nunca van a llegar las oportunidades, pero al final, si tú haces bien tu trabajo, se te recompensa. Creo que la paciencia, en los tiempos que corren, es un buen consejo para todos, no sólo para los jóvenes.

¿Cuál es la mayor satisfacción que ha logrado en su carrera profesional?

Me considero una persona que ha tenido una gran suerte y grandes oportunidades profesionales. Fui director financiero de Repsol con 37 años y he tenido oportunidades muy bonitas, pero creo que la más inolvidable fue la que le acabo de mencionar, porque tuvimos que preparar la salida a Bolsa de la compañía. Después fui presidente de Enagás y viví otro momento único, como fue transformar esta organización, hasta entonces filial de Gas Natural, en una entidad propia. En cierta manera he sido testigo activo de la modernización de España, una etapa apasionante.

¿Qué espera de su nueva actividad en Cartera Industrial Rea?

El nuevo proyecto comenzó como una idea más modesta de lo que está empezando a ser. Después de varios meses, están surgiendo oportunidades interesantes. Estoy entretenido y la verdad es que no echo de menos ninguno de mis anteriores cargos.

Los expertos aseguran que es difícil y complicado apearse de un alto cargo y que para ello es necesario prepararse.

Sin duda, es necesario estar preparado mentalmente, pero también depende de la importancia que le hayas dado en ese momento. El presidente de una compañía es un empleado más, eso sí, con mucha responsabilidad. No eres diferente porque seas el presidente de una empresa. Yo no lo echo de menos.

Tendrá sinsabores también...

El principal es la sensación de soledad. El puesto de alto cargo acarrea una enorme soledad, nadie se lo imagina, tal vez es lo mismo que le sucede al portero de un equipo de fútbol, que al final se encuentra sólo ante la portería mientras que el resto juega en equipo. Pero el presidente de una empresa tiene un labor muy bonita como es la capacidad para poder influir sobre la organización. Y tenemos ejemplos de cómo el relevo de un presidente ha supuesto un gran cambio dentro de la compañía. Es una gran responsabilidad y eso produce mucha tensión.

'Es necesario que la gente tenga buena opinión de ti'

Está contento porque la 47.ª edición de la reunión de antiguos alumnos del IESE ha sido un éxito de asistencia. Alrededor de 2.500 directivos y empresarios han acudido a la cita de la escuela de negocios. 'Es en estos momentos cuando a la gente le interesa escuchar a auténticos expertos sus recetas y opiniones sobre la actual crisis', explica Antonio González-Adalid.También es un buen momento, reconoce, para dejarse ver y ampliar la red de contactos, condición necesaria para desenvolverse en el mundo de los negocios. Pero tener una abultada agenda no es suficiente hoy día para triunfar. 'No es lo único que ayuda, lo que verdaderamente es importante es que la gente tenga buena opinión de ti y no haber hecho faenas a lo largo de tu vida profesional. Sin reputación no se hace hoy día nada, y lo estamos viendo constantemente'.

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