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Plan quinquenal para Wall Street

22/10/2008. Nuño Rodrigo

La compra de papel comercial –el pagaré de toda la vida, pero en grandes empresas– a fondos monetarios es la última medida enfocada a romper el espinazo de la crisis financiera, según los titulares –“breaking he back”– de la prensa estadounidense. Cada día que pasa las autoridades económicas idean una fórmula para parchear alguna de las partes de un sistema financiero que, al fin, empieza a dar alguna señal de vida a través del famoso euríbor.

En los últimos días son habituales las disquisiciones sobre si está bien o mal que el sector público asuma la responsabilidad de paliar unos daños provocados fundamentalmente por la mala gestión del sector privado. Sin embargo, en un plazo más largo cambia la perspectiva. Muy lejos tendría que haber viajado alguien para no enterarse de lo sucedido tras la quiebra de Lehman pero, si regresase hoy a su rutina habitual, no daría mucho crédito. Por la desaparición de la banca de Wall Street. Pero también porque la palabra nacionalización, anatema hasta ahora asociado con problemas empresariales, países pintorescos y conceptos como inseguridad jurídica, es ahora la única pócima capaz de calmar a los inversores. En todas las crisis se dice que la última es la más grave cuando casi todo está inventado.

Esta vez sí es más grave; de eso no hay ninguna duda. Pero también está todo inventado. Los mercados financieros han arrasado las finanzas de los países occidentales con la misma furia con la que se emplearon en etapas anteriores en Argentina, Brasil, el sudeste asiático o Rusia. Y, aunque se hable de subprime o derivados de crédito, el fondo es el de todas las burbujas: tras años de barra libre de capitales, el dinero se marcha de un día para otro, y el castillo de naipes se desmorona.

Nada nuevo bajo el sol. Lo que hace diferente a esta crisis es que las malas prácticas de algunos ponen en gravísimo riesgo la economía mundial: no es lo mismo que Terra baje mucho a que quiebre Fortis. Lo nuevo es la descomunal dimensión del crac, y lo impredecible de las consecuencias económicas. Y, por eso, también es novedosa la respuesta de las autoridades y diferentes serán las consecuencias; hasta ahora el dinero ponía las reglas. Habrá que ver si ahora se le ponen reglas al dinero. nrodrigo@cincodias.es

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