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Brown el Campeador

La rueda de la fortuna ha coronado a Gordon Brown como líder mundial. Hace un año, ese honor le correspondía a Angela Merkel, ahora condenada al desván de los perderdores. Sin duda, Brown sufrirá tarde o temprano la misma defenestración. Pero, de momento, el primer ministro británico disfruta de 15 días de (buena) fama que ya nunca olvidará. Lo extraño en su caso es que ha conseguido los laureles en un terreno tan inhóspito para él como la Unión Europea. Y por una causa, la crisis financiera, en la que tiene una culpa proporcional a los 10 ños en que, como ministro de Finanzas, se ocupó de regular, o más bien desregular, la City londinense.

Una década durante la que también se negó vehementemente a la creación de un supervisor europeo para los mercados financieros. Y durante la que se opuso a todas las iniciativas comunitarias sobre ese sector que no estuvieran teñidas de la "diversidad, flexibilidad y diversificación de riesgos que se ve en los mercados de capital de EE UU".

Son las palabras del propio Campeador escocés, en uno los discursos plagados de elogios a la innovación del mercado financiero británico que, como ministro, leía cada año en el banquete del Lord Mayor de la City. En concreto, el de 2003. En el de 2001, advirtió que "en los actuales mercados financieros, desregularizados y liberalizados, los ajustes finos keynesianos del pasado simplemente no sirven". En eso, al menos, acertó. Ante el riesgo de desplome de la City, Brown ha tenido que hacer un ajuste brutal y nacionalizar buena parte del mercado bancario británico.

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