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A fondo

La magia de una buena previsión

Las previsiones de una compañía pueden ser buenas por varios motivos. Es posible que sean extraordinarias o que, pese a su carácter moderado, estén muy por encima de lo esperado; puede que demuestren fortaleza en el momento oportuno o que den un mensaje de aliento; o, simplemente, puede que reúnan todo lo bueno de lo anterior y, además, sean fáciles de cumplir.

No es sencillo combinar todos los palos, pero Telefónica está cerca de haberlo conseguido. Es cierto que si la demanda se derrumba y los clientes dejan de consumir, no hay ajuste que salve del incumplimiento. Las cuentas son las cuentas y transformar una fuerte caída de ventas en un alza cercana a los dos dígitos es, sencillamente, imposible. Pero disponer de algún saliente al que aferrarse en la escalada siempre ayuda.

Y ese saliente, en la montaña de Telefónica, son los tipos de cambio constantes. El real brasileño y el peso mexicano han vivido en las últimas semanas un auténtico ataque especulativo, que les ha llevado a perder casi un cuarto de su valor en el primero de los casos. El peso chileno y el colombiano también han vivido jornadas de vértigo y sólo la divisa argentina se han salvado de la quema.

En un momento en que Europa sufre bajo la amenaza de la recesión, que la demanda se ha enfriado y que incluso las empresas han puesto freno a su consumo de telecomunicaciones, la diversificación geográfica de Telefónica y su posibilidad de compensar los malos datos continentales con los buenos al otro lado del Atlántico era un seguro a todo riesgo. Pero por mucho que Latinoamérica siga tirando, pese a las nubes que algunos ven para 2009, una caída de las divisas frente al euro deteriora los resultados foráneos en la conversión, hasta convertirlos casi en otro lastre, dependiendo de la cuantía, más que en la salvación.

A los inversores no les ha pasado desapercibida esta situación y el castigo de la semana pasada en Bolsa lo refleja en la parte de la caída no forzada por las circunstancias mundiales. Entonces, ¿por qué está tan segura Telefónica de que va a cumplir sus previsiones a corto y medio plazo? Porque los cálculos no tienen en cuenta las variaciones de tipo de cambio.

Desde hace años, Telefónica se guarda las espaldas y realiza sus estimaciones con tipos de cambio constantes. La compañía considera que adivinar vaivenes cambiarios no está entre sus competencias operativas. ¿Y qué pasaría si sus expertos apostaran por una fuerte depreciación? ¿La anunciarían como si fueran un banco de negocio más?

El resultado es que no hay apuestas sobre divisas, lo que facilita el cumplimiento de las previsiones en caso de fuertes turbulencias, como el actual. Se acertará aunque la cuenta de resultados real diga lo contrario. Eso sí, nada de ello impide que Telefónica tenga una activa política de cobertura, ya sea natural o con derivados, contra las fluctuaciones cambiarias.

Esta situación hace que reafirmar una estimación de un tipo no sea lo mismo que hacerlo con otra. El mercado lo sabe y Telefónica, también. Quizá por eso la operadora no se ha quedado sólo en una aseveración. Hagan lo que hagan las divisas latinoamericanas, Telefónica está segura de su capacidad para generar caja y no ha tenido problema alguno en asumir en plena histeria financiera compromisos de pago de más de 4.200 millones de euros a desembolsar en los próximos dos meses y medio.

Pese a los llamamientos de algunos a mantener ese dinero en la caja por si la crisis dura más allá de 2010, Telefónica lanza el mensaje de que está preparada para ello y que aun así puede cuidar de los accionistas y fortalecerse para el futuro con adquisiciones.

Pero ninguno de esos objetivos es inocente. Telefónica quiere dar la imagen de valor refugio en tiempos de crisis y para eso tienta a los accionistas con dulces retornos gracias a dividendos y recompras. Y las adquisiciones inciden en dos territorios -China y Latinoamérica- que parecían ajenos a las turbulencias y que están llamados a compensar el riesgo europeo con contrapesos más seguros.

Como con las previsiones, no hay puntada sin hilo en el proyecto que quiere construir Telefónica.

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