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Diario de a bordo
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La semana del crac de 2008

En el mejor escenario, el del rebote fuerte, una recuperación seria tardaría meses.

Cuenta en sus memorias el jugador de ajedrez inglés Napier que en 1929, cuando se iniciaba la depresión, fue a jugar a una zona agrícola del interior muy deprimida una ronda de partidas simultáneas mal pagadas, una de las pocas maneras de sobrevivir en la época. Era un buen jugador que había disputado torneos importantes, y empezó a ganar con claridad. Pero los oponentes no abandonaban ni aun estando en clarísima inferioridad. La partida seguía y seguía, y a Napier le llevó muchas horas dar jaque mate a todos y cada uno de ellos. Terminó ya de madrugada.

Cuando fue a cobrar, el organizador le comentó que era algo muy normal; los granjeros andaban mal de dinero y que preferían alargar la partida para ahorrarse el alojamiento en la pensión. Terminaban y como ya faltaba poco para amanecer, cuando llegaban a la granja era hora de empezar las labores.

Una triste época aquella de la Gran Depresión, pero multitud de analistas la comparan a la crisis actual, o al menos dicen que es la peor desde entonces. Esto nos da una idea de la dimensión de lo que está pasando.

Si miramos el gráfico superior del futuro del S&P 500, en semanas, viendo la gigantesca vela negra de caída semanal nos hacemos una clara idea de lo complicadas que están las cosas. En pocas semanas se ha perdido todo lo conseguido desde el 2003. El único soporte que queda es la zona de mínimos antes de la salida al alza del 2003. Dos acontecimientos han perjudicado mucho. Por un lado, el levantamiento de la prohibición de ventas en descubierto en EEUU supuso una oleada de ventas. Además el viernes se tuvieron que liquidar 400.000 millones de dólares en credit default swaps de Lehman.

Los que compraron los seguros contra la quiebra exigieron a los que vendieron dichos seguros el pago, teniendo en cuenta que por un bono de Lehman se pagaban 13 centavos por dólar. Esa enorme cifra hizo que durante la semana que los pagadores vendieran Bolsa de forma dura y también bonos del Tesoro, lo que causó la paradoja que los bonos también bajaban a pesar de que las Bolsas se desplomaban, cuando habitualmente si la Bolsa cae los bonos suben.

Las bajadas de tipos de interés fueron en el camino correcto; hay que dejarse de ortodoxias ante una crisis así, pero no han servido para descongelar el interbancario. Es el peor problema de esta crisis. Las Bolsas lo tienen difícil para recuperarse si no se activa. No es una cuestión de que los spreads entre el libor y la deuda pública estén por las nubes, es que simplemente no existe el mercado, no se cruza nada.

Lo malo de esta situación es que la hipótesis optimista es la del fuerte rebote, pero nada más, y pasaremos muchos meses como poco antes de tener esperanzas de una recuperación seria. Históricamente un credit crunch no es algo que se pase en pocos días. La crisis de confianza va a costar mucho erradicarla y, como decían durante la semana algunos expertos, el mercado no va a necesitar economistas sino psicólogos.

La tendencia es bajista; no hay que ponerse contra ella. El mercado está para olvidarse de él durante bastante tiempo, y más teniendo en cuenta que presenta la mayor volatilidad de la historia.

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