Ganas de hablar
La gente tiene ganas de hablar. Quizá sea uno de los síntomas más claros de la gravedad de la crisis financiera que azota a Europa, entre otros lugares. Ganas de compartir experiencias y contrastar informaciones. Ocurre siempre que una desgracia golpea colectiva o individualmente. El 11-S globalizó el sufrimiento. Las subprime, el miedo a la bancarrota. De repente, aparecen esos minutos que siempre faltaron para hablar con el vecino, las colegas o el cartero.
-Una compañera de mi marido tenía el dinero en ese banco islandés y no puede sacarlo.
-A mí me dicen que para cambiar de banco hay una lista de espea de dos meses.
El susto encima. El desahogo al alcance de los labios. Vienen años de pausa, reflexión y mucho diálogo.