Mitigar los temores
Las fuertes caídas registradas ayer en las Bolsas de todo el mundo, siguiendo la estela marcada el viernes por Wall Street, son la expresión de que los temores sobre la solidez de la banca no se apaciguan. Pero el hecho de que se produzcan una vez aprobado el plan de rescate de EE UU, tras la minicumbre europea orquestada por Nicolas Sarkozy, y después de las garantías dadas a los ahorradores por una serie de países, entre ellos Alemania, otorga una entidad superior a tales pérdidas y eleva varios enteros los niveles de una desconfianza que se extiende a los gobernantes y las decisiones que están tomando.
En las actuales circunstancias, las autoridades deben medir con mucho tiento sus pasos. En este sentido, la reunión convocada ayer por el presidente del Gobierno con representantes de bancos y cajas pareció rodeada de una inoportuna improvisación. Si la contrastada solidez de la banca española requiriese gestos, habrán de ser mucho mejor diseñados. En el sector proliferaron ayer las dudas sobre por qué La Moncloa no incluyó en su invitación a las patronales de los bancos y de las cajas. Las dudas crecieron tras la reunión al hacer público Presidencia que el Gobierno ha decidido aumentar 'con carácter inmediato las garantías de los depósitos existentes en las entidades financieras', pero sin especificar en qué porcentaje ni dar más detalles.
Para enviar, si fuese necesario, mensajes tranquilizadores a la sociedad el presidente del Gobierno tiene herramientas más que suficientes. Y las empleadas por el vicepresidente Pedro Solbes suelen ser eficaces. Por lo demás, hoy mismo comparecerá ante el Congreso de los Diputados el Gobernador del Banco de España de quien, igualmente, y sin aminorar ni un ápice su autonomía, se puede esperar sobre todo un nítido mensaje de tranquilidad.
A nivel europeo, la capacidad de reacción no ha sido más afortunada. Sólo hace un año se descartaba cualquier contagio de la crisis de las subprime de EE UU. Y hasta hace poco, algunos soñaban aún con un supuesto desacoplamiento que permitiría a Europa salir indemne de la tormenta. El colapso de Lehman Brothers despertó a los últimos ilusos. Desde ese día, Europa busca infructuosamente una respuesta común a la crisis. El intento más fallido ha sido la minicumbre del sábado en París y su peligrosa vocación de directorio económico al margen de la zona euro.
Para bien o para mal, los mercados despreciaron ayer olímpicamente esa cita. Y la presidencia francesa tuvo que centrarse en el entorno comunitario para lanzar un histórico mensaje de tranquilidad -en el que se encuadra la iniciativa anunciada por España- firmado por los 27 líderes de la UE. Entre ellos, el presidente del Gobierno español, que no debe quedar nunca más aparte de ningún foro de los grandes socios europeos.
La UE se compromete políticamente a preservar el sistema financiero de Europa y a garantizar los depósitos de todos los ahorradores. Ese cheque en blanco sólo tiene, de momento, valor político. Pero es la señal más fuerte de la UE desde que empezó la crisis. Hará falta más, sin embargo, para disipar la incertidumbre de accionistas, inversores y ahorradores. El futuro de la economía de la zona euro puede depender de la credibilidad que los mercados den a esos cheques.