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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Preocupante alza de los impagos

La morosidad en el conjunto del sistema financiero continúa su crecimiento. En un solo mes -de junio a julio- ha pasado del 1,61% al 2,15% y en lo que va de año se ha doblado de largo. Es un dato preocupante, aunque, si se analiza la serie histórica, no es alarmante. Está lejos del 8,69% alcanzado en 1994 con la quiebra de Banesto y hay que recordar que la cifra se ha situado normalmente por encima de la actual. Pero desde 2001 no se superaba el 1% y pasar del 2% (no ha ocurrido en diez años) genera un desasosiego comprensible. Especialmente por el marco en que ocurre y la intensidad que está adquiriendo, que de continuar puede desembocar en el 4% a final de año.

Poco se puede hacer desde el propio sistema financiero para frenar esta escalada. La morosidad está directamente relacionada con la crisis económica y, para conseguir que los clientes -empresas o familias- devuelvan los créditos, la mejor receta es la profilaxis; es decir, medir bien el riesgo en el momento de concederlos. Y en pleno boom inmobiliario se produjo una cierta relajación que puede haber contribuido al aumento de la morosidad.

Mención especial merece el aumento de los impagos por parte de los promotores inmobiliarios. En un trimestre su mora ha pasado de 2.850 millones de euros a 6.200 millones, siendo los responsables de un tercio del aumento total de impagados al sistema. Igualmente, se debe apuntar cómo la morosidad está cebándose en las cajas cuyo índice es casi un punto superior al de los bancos.

En esta situación es normal que la prudencia se haya impuesto entre las entidades financieras. Sin embargo, hay riesgo de pasarse en el celo. La escasez de liquidez está causando demoledores efectos sobre la economía y poniendo en peligro la supervivencia de empresas. La banca no puede cortar el grifo indiscriminadamente, eso sólo empeoraría la situación de muchas compañías que pasan por problemas puntuales de tesorería. Dejarlas caer sólo agravaría el problema.

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