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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Sin trabajo no hay nada

El presidente del Gobierno subió ayer a la tribuna del Congreso de los Diputados sin una nueva batería de anuncios y propuestas contra la crisis económica porque, según dijo, 'no tiene sentido improvisar o aprobar todos los días nuevas iniciativas'. Esta propuesta de partida incluye una parte de provocación contra las críticas de la oposición, porque además vino seguida del reconocimiento de que la economía está estancada y tiene por delante trimestres duros y difíciles. Además, los diputados se habían desayunado con noticias como los recortes de plantilla en las fábricas españolas de General Motors y Ford, y una prima de riesgo de la deuda de España en el nivel más alto de la era euro. Por si fuera poco, simultáneamente a la intervención de José Luis Rodríguez Zapatero, la Comisión Europea hacía públicas en Bruselas unas previsiones a la baja para Europa que colocan a España en recesión en el segundo semestre.

Ante tal panorama, el Gobierno se ha marcado como prioridad la batalla contra el paro. Es un acierto y conforta oír que el empleo es el principal objetivo del Gobierno, que 'se considera responsable de él', como enfatizó el presidente. Porque sin trabajo no hay nada. Conviene recordar, sin embargo, algo obvio: la mejor manera de combatir el paro es crear empleo. Y eso supone apoyar a quienes quieren crearlo, las empresas, y no se debe confundir con la política de protección social, plausible siempre, pero secundaria y paliativa frente a la prioridad de crear puestos de trabajo.

A pesar de renunciar a presentar una 'batería de propuestas' y remitirse a las iniciativas ya anunciadas, el presidente lanzó dos nuevas medidas para fomentar el mercado de la vivienda. Una, la creación de sociedades cotizadas de inversión en el mercado inmobiliario, con régimen fiscal favorable y que deben aportar liquidez a las empresas del sector. Y, la segunda y más novedosa, una nueva línea de créditos del ICO para impulsar la oferta de alquiler, dotada con 3.000 millones de euros ampliables. Una medida ésta que el grupo de las 14 primeras inmobiliarias (G-14) se ha apresurado a calificar de 'positiva y muy eficiente'. Tanto éstas como las ya conocidas han de demostrar no sólo su capacidad de generar empleo, sino que éste sea sostenible.

En todo momento, el presidente ha ligado la batalla contra el empleo al diálogo social. Es el camino indicado porque esa fórmula ya ha mostrado su valía. Pero gobernar es decidir y, en ese sentido, el Gobierno está obligado a asumir que, si fuera necesario, la prioridad del empleo ha de anteponerse a la exigencia de contentar a todas las partes. El ritmo de este diálogo social requiere un impulso, acorde con la urgencia de la situación, que se debe exigir a los agentes sociales.

El presidente del Gobierno también ha asumido un importante riesgo político. Como en otras ocasiones, y con el laudable empeño de afrontar la crisis, se ha puesto al frente de la manifestación. De esta forma, puede llegar a quedarse sin fusibles en un proceso que se antoja largo, duro y difícil. De hecho, un Mariano Rajoy crecido se aproximó ayer en su intervención al recurrente 'váyase, señor González' de su antecesor en el PP. El líder de la oposición errará si asume una estrategia no constructiva de acoso y derribo. Un riesgo que el presidente del Gobierno parece no temer.

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