Toronto, espejo de futuro
La ciudad más grande y próspera de Canadá es un ejemplo de tolerancia y de convivencia entre un crisol de gentes que hablan un centenar de lenguas.
Parece un puerto de mar. Pero no lo es. Las aguas glaucas y brumosas que borran el horizonte (incluso desde el avión) son las del lago Ontario. Asomado a su orilla, un muro de rascacielos insolentes, entre los que destaca la CN Tower (un pirulí de comunicaciones), con sus 553 metros, es la tercera más alta del mundo y desde su restaurante giratorio se obtiene una síntesis visual de la ciudad. Detrás de ese downtown de colosos se desparrama una cuadrícula de calles con casas bajas, que emulan a las aguas del Ontario en su afán de anegar el horizonte. Al ver esa dispersión se hace creíble que Toronto y su área metropolitana alberguen a casi cinco millones de personas. De forasteros, habría que decir; aunque muchos de ellos hayan dejado de serlo, después de un par de generaciones. Toronto es una metrópolis joven. En el siglo XVIII era apenas una aldea con cuatro indios nativos. Un siglo más tarde seguía siendo un poblacho donde los franceses comerciaban con pieles. Fue a finales del XIX cuando empezaron a llegar las primeras oleadas masivas (italianos y chinos, sobre todo), que aumentaron tras la Segunda Guerra Mundial. Hoy día se hablan en Toronto cien lenguas diferentes. La diversidad es la marca de la casa, pero también el respeto y la tolerancia. Toronto fue el primer lugar de Canadá donde se legalizaron los matrimonios gays.
La CN Tower y los rascacielos conforman el centro financiero y comercial de la ciudad más rica de Canadá. Muchos de ellos son bancos, algunos tan altaneros como el Scotia, todo cubierto de cristal que parece de oro, y lo es: hay un cuarto de millón de dólares en polvo de oro disuelto en sus cristales. No contentos con escalar el cielo, los edificios propagan sus raíces bajo tierra; lo que llaman Path es la ciudad subterránea más extensa del mundo, 27 kilómetros de calles soterradas con miles de tiendas, cafeterías y servicios. Se puede vivir tan confortablemente como en la superficie, eso sí, a resguardo de los 50 grados bajo cero que puede hacer arriba en el invierno. También hay pasadizos acristalados que unen las calles, como uno firmado por Santiago Calatrava en BCE Place, que se aprovecha como foro cívico (exposiciones y reuniones).
El centro de Toronto no es imposible; mejor tomar el metro o los tranvías, pero igual podría recorrerse a pie. Junto a la línea de rascacielos está la estación de ferrocarril que se terminó en 1919, y enfrente, el Royal York Hotel que se alzó diez años más tarde para acoger, entre otros huéspedes, a la Reina Victoria; sigue siendo uno de los más nobles y lujosos, en un estilo que allí llaman beaux arts y que podría equivaler al art déco europeo. No queda lejos el ayuntamiento, mejor dicho, los ayuntamientos: el viejo (un caserón ecléctico ocupado ahora por los tribunales) y el nuevo, levantado en 1964 por un arquitecto finlandés, denostado entonces por ser tan moderno que aún hoy lo sigue pareciendo. Lo mejor: que la plaza que amalgama a ambos Consistorios se convierte cada invierno en una popular pista de patinaje.
Little Italy, Chinatown y Kennsington Market son algunos de los barrios coloristas y pintorescos de la ciudad canadiense
Al lado mismo, lo que es de verdad el centro o plaza mayor del lugar, el centro comercial Eaton, que es mucho más que un montón de tiendas y restaurantes de comida rápida; Yonge Street, que bordea, pasa por ser la calle más larga del mundo (claro, que habría que definir bien el concepto de calle). Siguiendo por ella, o por la paralela University Street, en dirección norte, se llega al Olimpo ciudadano, compuesto por grandes espacios verdes donde se alzan el Parlamento de Ontario (1893) y edificios y pabellones de la Universidad; éstos, tanto por su arquitectura como por el entorno, recuerdan a los de Oxford o Cambridge. Más al norte, el Royal Ontario Museum, el mayor del país, ha acoplado a la pesada construcción de 1914 un pórtico acristalado y diagonal de Daniel Liebeskind. El otro gran museo, la AGO (Art Gallery of Ontario), abrirá sus puertas el 14 de noviembre remodelado por Frank Gehry, que lo ha revestido de un caparazón de cristal ondulado.
En dirección diametralmente opuesta, es decir, al sur, el paseo lacustre se ha convertido en uno de los lugares favoritos de ocio. Sobre todo en la zona portuaria de Qeen's Quay. Desde allí se pueden hacer excursiones en barco a las tres islas que cierran y protegen el puerto, convertidas en parque peatonal (aunque vive allí algún residente, y hay un pequeño aeródromo). Más hacia el este, la que fue la mayor destilería del Imperio británico se ha convertido en un distrito histórico (The Distillery), una especie de plató de la era industrial, con los almacenes y edificios transformados en tiendas, bares y restaurantes.
Pero los barrios más pintorescos y coloristas son Little Italy, Chinatown (al oeste, cerca del AGO) y, pegado al barrio chino, Kennsigton Market, un antiguo barrio residencial de comienzos del siglo XX, cuyas casitas de aire victoriano han sido cubiertas de colores rabiosos y murales imaginativos, convertidas en bazares y locales de atmósfera alternativa. Chinos, vietnamitas, polacos, rusos, portugueses, jamaicanos, indios... Todos los acentos y sabores del mundo caben en los más de 7.000 restaurantes de esta ciudad que, según su alcalde, se parece mucho a lo que un día será el mundo.
Guía práctica
Cómo irAir Canada (915 479304, www.aircanada.com y Aviareps -Airline Center España, 91 4 585 571/68/86) acaba de establecer un vuelo diario y sin escalas entre Madrid y Toronto; el avión sale de Madrid a las 12.20 y llega a Toronto a las 15.15 hora local; el regreso es con salida de Toronto a las 21.30 y llegada a Madrid a las 10.55.Lo imprescindibleArt Gallery of Ontario (AGO)Royal Ontario Museum (ROM), centrarse sobre todo en la sección de historia local.Bata Shoe Museum (al lado, interesante: la historia del mundo a través del calzado).Gardiner Museum (también frente al ROM, cerámica).Sky Dome, estadio con cubierta abatible en el frente lacustre.CN Tower, merece la pena subir y pisar un suelo de cristal.The Hockey Hall of Fame, santuario del deporte nacional.Campbell's House, la única casa superviviente de cuando la ciudad se llamaba York.Kensington Market, absolutamente imprescindible, la otra cara de Toronto.Casa Loma, una mansión de 1911 que parece un castillo de película.Historic Fort York, queda poco, pero hacen desfiles en traje de época.Toronto Islands, excursiones en barco, parque de atracciones infantil.AlojamientoLe Meridien King Edward (416 863 3131, www.lemeridien-kingedward.com), 37 King Street (East), situado en pleno barrio financiero, fue el primer hotel de lujo de la ciudad (construido en 1903) y ha alojado a personajes como Mark Twain, Roosevelt, Rodolfo Valentino, los Beatles, etc. Gladstone Hotel (001 416 531 4635, www.gladstonehotel.com), 1214, Queen Street (West); habitación doble desde un precio de 115 euros.Drake Hotel, (001 416 531 5042, www.thedrakehotel.ca), 1150, Queen Sytreet (West), habitación doble a partir de 133 euros.Comer360 The Restaurant at the CN Tower (415 362 5411, www.cntower.ca), 301 Front Street West, debe su nombre a que está en lo alto del pirulí y gira 360 grados para que los comensales disfruten de la mejor vista de la ciudad, cocina creativa y excelente bodega.Sultan's Tent (416 961 0601, www.thesultanstent.com), magnífico ambiente en una especie de tiendas con divanes, espectáculo de bailarinas del vientre y comida marroquí y francesa. Saigon Palace (001 416 968 1623), 454, Spadina Avenue, comida china de calidad. Restaurante Milagro (001 416 850 2855, www.milagrorestaurant.com), 5, Mercer Street, comida mexicana.The Distillery, un lugar muy agradable para comer o cenar (con música) es The Distillery, donde se puede elegir entre varias terrazas y locales en un marco muy evocador, explotado como plató de cine y televisión.