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CincoSentidos

El peor enemigo de Nicolas Sarkozy

El presidente de Francia abandonó abruptamente este verano en la Riviera a su esposa, Carla Bruni, para tratar de mediar en el conflicto entre Rusia y Georgia. Ahora, el acuerdo que el presidente de Francia alcanzó en nombre de la Unión Europea hace aguas, lo que ha obligado a su ministro de Relaciones Exteriores a decir que teme 'una guerra' y ha forzado a Sarkozy a tener que ingeniárselas para encontrar una nueva respuesta.

Sus esfuerzos en la crisis de Georgia y otras cuestiones diplomáticas reflejan, según los expertos en política, una personalidad frenética que podría debilitar sus intentos de restaurar la hegemonía de Francia en el exterior y que está haciendo muy poco para mejorar su popularidad en el país.

Sarkozy 'es potencialmente un político serio, pero tiene esta terrible tendencia a darse un balazo en el pie'', asegura Tomas Valasek, director del área de política exterior del Centro para la Reforma Europea, en Londres. 'Se pasa meses consolidando amistades, asumiendo riesgos y luego destruye todo lo que pacientemente construyó, porque es impulsivo'', añade.

La calidad de estadista internacional del presidente francés le pone justo donde prefiere estar: en el centro de atención. 'Bush está a punto de irse, Blair ya no está ahí y Merkel, bueno, no es demasiado activa'', declaró Sarkozy a la prensa en Líbano el pasado junio. 'Solo quedo yo'', aseveró.

Ridiculizado por la prensa como el 'hiperpresidente'', Sarkozy ha visitado un total de 39 países durante sus 15 meses en el Gobierno. Tras descartar las políticas de su predecesor, Jacques Chirac, fortaleció las alianzas con Estados Unidos, Israel y la OTAN y se involucró en varias crisis en distintos puntos del planeta, desde Colombia hasta el Tíbet. Además, acaba de convocar una reunión de emergencia de la Unión Europea para analizar los próximos pasos en Georgia.

Sarkozy, de 53 años, se convirtió el pasado 1 de julio en presidente rotativo, por seis meses, de la Unión Europea, y asumió el liderazgo diplomático tras desatarse el conflicto entre Rusia y Georgia.

Conforme Rusia derrotaba a su vecino, él iniciaba una misión de 12 horas a Moscú y Tíflis el 12 de agosto. Tras muy pocas consultas con sus aliados, Sarkozy anunció el 13 de agosto un alto el fuego.

Tras prometer una retirada, Rusia siguió ocupando un tercio de Georgia durante días, incluida la ciudad central de Gori y el puerto de Poti. Luego, mantuvo a los efectivos de paz en zonas de contención fuera de Osetia del Sur y Abjazia, otra región secesionista. Previamente, los efectivos de paz rusos se habían mantenido solamente en los límites fronterizos de esas regiones, en misiones iniciadas tras las guerras independentistas de 1990.

'Sarkozy puso fin a la crisis exactamente de la manera en que lo hace habitualmente: llegando rápidamente a un acuerdo y firmándolo a casi cualquier precio'', señala Frederic Bozo, analista del Instituto Francés para las Relaciones Internacionales, que tiene su sede en París. 'El cese del fuego frenó la guerra, pero fue frágil, insuficiente y dejó muchos agujeros que favorecen a Rusia'', concluye Bozo.

Un presidente que no evita los conflictos

Sarkozy consiguió mejorar las relaciones diplomáticas de Francia con EE UU, que se vieron seriamente afectadas cuando Jacques Chirac se opuso a la invasión de Irak en el año 2003, gracias a su decisión de reforzar la presencia militar de Francia en Afganistán y de devolver al país a la estructura de comando de la OTAN tras una ausencia de 40 años.Sin embargo, el presidente francés también enfureció al Gobierno de Estados Unidos al unirse con Alemania en su negativa a aceptar que se acelerasen los procedimientos para permitir el acceso de Ucrania y Georgia a la OTAN, a las que se había ofrecido participar en calidad de miembros de la alianza militar. Sarkozy tampoco ha logrado evitar irritar a los europeos. Angela Merkel puso freno a su propuesta de crear una Unión Mediterránea de países con salida a ese mar. La canciller alemana se opuso al proyecto argumentando que competiría con la propia Unión Europea, algo que obligó a incluir en la nueva alianza a Alemania y otros países que no tienen costa mediterránea. En Francia, la popularidad del presidente ha logrado recuperarse desde un nivel mínimo del 35% el pasado mes de mayo. Sarkozy obtuvo un 40% de aprobación popular en un sondeo de la empresa Ifop, que fue publicado el 23 de agosto. Ha sido su índice más elevado desde principios de año.

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