Trabajar firme contra la crisis
El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, abrió ayer el curso anunciando que comparecerá en el Congreso para hablar de economía. Ha reconocido que 'tenemos por delante unos meses con dificultades' y que busca que los partidos se involucren en un gran debate. Pretende que se aborden políticas de empleo para atajar el incremento del paro, se analicen los resultados de las medidas anticrisis ya aprobadas y se traten otras nuevas.
Muchas son las dificultades a superar: un PIB que crece a un escueto 0,1% trimestral; escasez de liquidez; un consumo agonizante; la inversión en tasas negativas; una inflación que aunque remite por la bajada del petróleo está cercana al 5%; las cuentas públicas ya con un déficit de casi 10.000 millones o unas empresas con la facturación y los resultados en retroceso. Esta última es especialmente preocupante, máxime cuando casi todos los sectores están afectados en mayor o menor grado -turismo, industria, comercio, ocio, textil, electrodomésticos, automoción...-. Aunque es el inmobiliario el que pasa por momentos más delicados: Martinsa Fadesa está en concurso de acreedores; Afirma, con dudas del propio auditor sobre su viabilidad; Aisa, como casi todas, renegociando la deuda. Colonial, con un vencimiento inmediato de más de 6.000 millones. Y prácticamente todo el sector con fuertes caídas en Bolsa. Reyal-Urbis, por ejemplo, ayer perdió más del 9% en Bolsa tras multiplicar por diez sus pérdidas semestrales.
Ante este panorama, abrir el curso con un debate en las Cortes es un buen comienzo, un buen presagio. Pero habrá que ver qué plantea el Gobierno y cómo reacciona la oposición. Sería nefasto que todo quedase en una traca mediática, en fuegos de artificio, pues la crisis exige más medidas eficaces sin demora. Y si es con consenso tendrán más probabilidades de tener éxito.
Esos acuerdos no sólo deben ser adoptados en el ámbito político, también en el social. Por eso, es una buena noticia que mañana mismo se reúna el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, con sindicatos y empresarios para abordar las prioridades del diálogo social. Sería deseable que de esa reunión salgan ya compromisos concretos, al menos en los asuntos a tratar y en el calendario de actuación.
El presidente dice que el desempleo es su mayor preocupación. También la de la mayoría de los españoles. Por eso los agentes sociales están en la obligación de ser sensibles a su petición de debatir iniciativas contra el paro y abordarlas sin apriorismos. El Gobierno debe procurar que las reformas se aprueben con consenso, pero, sobre todo, que salgan adelante. Solicitar la participación del Congreso supone elevar de rango el diálogo social, algo positivo, pues Gobierno, oposición y agentes sociales tienen que afrontar coordinadamente la crisis y sacar adelante las reformas que la economía precisa para atajar males crónicos, como una inflación superior a la media de la UE, una baja productividad, un mercado laboral ineficiente, una formación universitaria que no cubre las necesidades de las empresas, un mercado energético muy dependiente, unos servicios más caros que en otros países o un sistema productivo excesivamente expuesto al turismo y al sector inmobiliario. Es hora de ponerse a trabajar.