Inmigrantes más cualificados
Los inmigrantes han contribuido notablemente a que el PIB español haya crecido a ritmo acelerado durante los últimos años. Así lo demuestran numerosos estudios. Y lo han hecho como albañiles, camareros, cuidadores de ancianos, servicios de limpieza, camioneros, barrenderos, peones agrarios, taxistas, asistentes para el hogar... Es decir, en ocupaciones de poca cualificación que no se cubren fácilmente con mano de obra nativa, pero que son muchas e imprescindibles para cualquier economía.
Sin embargo, más allá de los trabajos menos especializados, peor remunerados y de condiciones laborales habitualmente más duras, los inmigrantes con origen en países emergentes también han empezado a cubrir empleos de mayor cualificación. Y este fenómeno se generaliza. La mayoría de los países desarrollados pujan por atraer universitarios cualificados y España se está perfilando como un importante demandante de este nuevo tipo de inmigrantes. En estos momentos, la mitad de las comunidades autónomas ya demandan médicos del extranjero, pero las ofertas se extienden a otras profesiones de alta cualificación, como ingenieros, arquitectos o informáticos, entre otras.
El origen de este fenómeno no está en una deficiencia de formación, pues España tiene uno de los índices más altos de estudiantes superiores, sino en la perniciosa distancia que sigue separando una buena parte de los estudios de las demandas reales del mercado laboral.
Aunque lo haga en menor medida que el no especializado, es cierto que el ritmo de creación de empleo cualificado va a mermar también por la crisis. No obstante, éste es precisamente un motivo más para que esos nuevos inmigrantes, mucho más dispuestos que los españoles a la movilidad geográfica, tengan más posibilidades en el mercado laboral. La obligación de las empresas es contratar el mejor talento posible. La Universidad española debe cubrir esas expectativas y los profesionales, actuales y futuros, deben tener cada vez más claro que los mejores y más cualificados empleos son un coto cada vez menos cerrado.