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Cinco Sentidos / Golf

A Sergio se le escapa el US PGA

El golfista irlandés Padraig Harrington conquista su tercer grande de los últimos trece meses.

La historia se ha ensañado contra Sergio García. Al castellonense se le ha esfumado otra oportunidad de ganar el primer Grand Slam. El domingo en Oakland Hills, en Michigan, un campo donde en 2004 se convirtió en el miembro más valioso del equipo europeo que ganó la Ryder Cup, Sergio encajó un revés sólo comparable al que vivió el año pasado en Carnoustie, donde se le escapó la victoria en el Open Británico. En ambas ocasiones fue a parar a manos del irlandés Padraig Harrington, que el domingo volvió a cerrarle las puertas ante sus mismas narices. Sergio está deshecho.

Inconsolable, triste, hundido, Sergio no entiende cómo se le ha escapado el triunfo en el Campeonato de la PGA, el último grande de la temporada, después de una cuarta vuelta perfecta hasta el antepenúltimo hoyo cuando abrió la puerta al tiburón Harrington, reciente vencedor del Open Británico, presto a aprovechar la oportunidad. El de Borriol hizo lo más difícil tras arrancar a tres golpes del primero, el estadounidense Ben Curtis, y situarse al frente de la clasificación con dos de ventaja a cuatro hoyos del final. Pero cuando se convirtió en el favorito indiscutible, sobrevino el apagón.

Era una victoria de máximo rango. Sergio no sólo estaba a punto de acabar con la maldita definición que algunos periodistas estadounidenses empiezan aplicarle, cuando dicen de él que pasará a la historia como el mejor golfista del mundo que jamás ganó un grande, sino que el domingo se hubiera convertido en el primer europeo ganador del US PGA desde que Tommy Armour lo consiguiera en 1930, cuando aún no se jugaba en la modalidad stroke play (gana el que utiliza un menor número de golpes), un honor que recayó en Harrington, un individuo que se crece cada vez que tiene en frente a un representante del golf de nuestro país.

El español tenía dos golpes de ventaja a falta de cuatro para la final

El año pasado vivió un episodio similar en Escocia ante el mismo rival, que en esta ocasión jugaba junto a él en el penúltimo partido del torneo. Cuando Harrington miró a los ojos de Sergio, se reprodujo la historia de Carnoustie: un jugador que se motiva y va hacia arriba frente a otro que se desvanece y entra en una dinámica negativa.

Esta vez, después de demostrar la solidez de su juego, de asombrar por su capacidad fisica, y de jugar 35 hoyos el domingo al máximo nivel, forzado por la tormenta que cayó el sábado sobre Detroit, algo se descompuso en su interior.

Ocurrió contra las estadísticas: en 10 de las últimas once ediciones el vencedor del torneo ha sido el mismo que ha salido líder la última vuelta. Sergio arrancó como una centella. En sólo dos hoyos estaba a un paso de Ben Curtis, ganador del Open Británico de 2003, gracias a un birdie y a un eagle. Era cuestión de esperar. El campo de Oakland Hills es un 'monstruo', como lo bautizó Ben Hogan, y exige ser paciente.

Tras la lluvia, a Sergio le gustaban las nuevas condiciones de juego. Los endiablados greens, repletos de subidas, bajadas y caídas, eran más receptivos, aunque el campo se tornó más largo al rodar la bola menos en las calles. 'No me preocupa, aunque hay que estar atento en la elección del palo, no nos podemos equivocar. Hay que utilizar uno o dos palos más para hacer la misma distancia', decía convencido el castellonense, mientras su caddie asentía, seguro de que era capaz de realizar la tarea a la perfección. Lo hizo bien, pero un bogey en el 16 y posteriormente otro en el 18, le privaron del título y de acabar segundo en solitario, plaza que compartió con Curtis.

'Lo perdí en los últimos nueve hoyos. Jugué bien, le di bien a la bola, pero no siempre consigues el resultado que deseas. No estoy disgustado', disimuló Sergio ante los periodistas al concluir. El camino de vuelta se hizo difícil.

Un discurso que no pudo ser

Sergio tenía el discurso preparado, pero no pudo ser. Seguramente se habría acordado de Tiger Woods y le habría dado las gracias por no jugar, como ya hizo tras ganar el The Players Championship, conocido como el quinto grande. Tiger está convaleciente de una operación en la rodilla izquierda tras conseguir la victoria en el Open de EE UU.Sergio ratifica una buena temporada, en cuanto a beneficios económicos se refiere. Es el noveno jugador que más ha ganado este año en EE UU con dos millones de euros en premios, una cantidad que cambiaría por la victoria que se llevó el irlandés.Dos vueltas finales de 66 golpes, un domingo memorable para Harrington, ganador de tres de los últimos seis grandes, le han hecho merecedor del título de golfista del año. El mes próximo Sergio y Harrington volverán a encontrarse. Será en el seno del equipo equipo europeo de la Ryder Cup que se celebrará en Valhalla, cerca de Louisville. El capitán, Nick Faldo, haría bien en no ponerles juntos. Sergio se apaga con el irlandés y esta ventaja no la deben tener los americanos, que temen la garra que García impone en esta competición por equipos y que ahora deberá recuperar.

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