Tiempos difíciles para la banca
Los demás bancos centrales nos miraban y pensaban que nuestro sistema de provisiones simplemente era una tontería. Pero yo pensaba que se estaba montando un sistema que podía estallar y lo aconsejable era ser previsor'. Así recuerda ahora el profesor Luis Ángel Rojo la puesta en marcha del sistema de cautelas financieras aplicado en España desde finales del siglo pasado, cuando era el gobernador del Banco de España. El hoy consejero de Santander estableció un mecanismo que obligaba a bancos y cajas a establecer unas garantías financieras para cubrir las pérdidas potenciales por morosidad mucho más exigente que el aplicado en Europa. El doloroso recuerdo de los noventa era muy reciente.
El celoso rigor aplicado por el Banco de España y la pericia de los gestores sigue preservando la solvencia de las entidades. Pero la dureza de la crisis económica, concentrada en la actividad residencial e hipotecaria, ha encendido las alarmas y los mercados bursátiles han presentado una dura factura a las cotizaciones de los bancos, como inequívoca señal de que las cuentas de resultados pasarán por tiempos difíciles.
La fatalidad ha colocado en las mismas fechas la crisis financiera internacional y la crisis económica española, con el ajuste esperado sobre el empleo y el incremento de la mora crediticia, tanto de particulares como de promotores inmobiliarios. Por tanto, bancos y cajas están atrapados en la tenaza que forman la carestía de sus recursos, tanto los captados en el interbancario como los tomados del ahorro de los clientes y que reducen el margen de intermediación, y el creciente avance de los impagados. Además, hay que recordar que la morosidad, que podría volver a las poco sostenibles tasas del 6%, es un cuchillo que corta por los dos lados, puesto que reduce los ingresos de la inversión crediticia y obliga a activar las provisiones.
Con este panorama, la gran cuestión es si el nivel de beneficios y la remuneración a los accionistas son sostenibles. Y de los beneficios y dividendos depende buena parte del atractivo que como valores cotizados en Bolsa tienen los bancos para los inversores. Los fuertes castigos sufridos por las cotizaciones bancarias llevan implícita la sospecha de que las cuentas de resultados no son repetibles. Y todo ello pese a estar limpios de activos dañados por las subprime, dado que el modelo bancario español se centra en el negocio minorista y tiene participación marginal en banca de inversión.
La primera incógnita que hay que despejar para que lo haga el futuro de los bancos es la crisis financiera, que maniata una liquidez necesaria como el aire para la banca. Pero, cuando se abran los cielos, la banca española tiene que superar la ulterior dificultad que supone la crisis inmobiliaria, que condicionará la actividad en los próximos años. Los expertos sitúan tal acontecimiento cada vez más lejos, y los bancos, sobre todo los expuestos al mercado doméstico, que no cuentan con la protección de la diversificación geográfica, deben ir buscando nichos de mercado alternativos que refuercen su negocio: empresas, consumo, inversión, y gestionar con celo la cartera hipotecaria que hasta ahora ha devuelto fabulosos réditos. Los últimos quince años de cuenta de resultados fácil, lo dijo el viernes el Banco de España, no se repetirán.