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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La peor cara de la crisis económica

El Gobierno ya tildó ayer de 'muy preocupantes' los datos de empleo de julio, con 40.500 nuevos desempleados y 52.700 cotizantes menos a la Seguridad Social en datos desestacionalizados. El registro acumula 14 meses de avance interanual del desempleo, con 450.000 demandantes más en las listas y 150.000 cotizantes asalariados menos que hace un año. Aunque el tamaño de la población activa no se parece en nada al de hace diez años, hoy hay más gente inscrita como parada que hace precisamente diez años. La actividad más afectada fue de nuevo la construcción; pero todos los sectores destruyen empleo y se confirma que los efectos de la crisis sobre la ocupación han empezado a aflorar. Esta es la peor cara de una crisis de intensidad desconocida.

Economía reconoce que el PIB se mantendrá plano en los próximos trimestres, en el mejor de los casos, y que sólo a final de 2009 se recuperaría un ritmo razonable de actividad. Hay que estar, por tanto, preparados para encajar nuevos avances del desempleo. Pero hay que buscar soluciones, más allá de aplicar la garantía jurídica del seguro y subsidio, para minimizar la destrucción de empleo y sus efectos sociales. Hasta junio el gasto en protección se ha elevado en un 26%, y en junio los avances superan el 30% en general y el 40% en el sistema contributivo. Estos datos, de mantenerse el resto del año, dejarán en evidencia el presupuesto para prestaciones, que podría superar los 21.000 millones de euros, frente a 15.700 estimados.

Trabajo debe tener listo en septiembre el plan que facilite la empleabilidad de los parados en sectores alternativos a la construcción, tal como se ha comprometido. Debe detallar qué sectores necesitarán mano de obra y qué formación precisarán para garantizar su empleabilidad. A fin de cuentas, la protección financiera por desempleo es un plan a corto plazo para garantizar un puente hacia otro puesto de trabajo; pero las políticas activas, las formativas, son las que garantizan una cualificación polivalente que cada vez demanda más el mercado de trabajo.

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